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Actualizado: 25 de julio de 2025


Garay á Santa-Fé llegó contento, Y en breve á la Asumpcion ha procurado Subir á remo y vela con el viento; Salió de mucha gente acompañado: Que esto de estar un hombre en grande asiento, Y pròspera fortuna colocado, Aumenta los amigos, y los criados; Los pobres luego son desamparados.

13. Despues en el mismo pueblo se alistaron nuevas reclutas, y porque acaso, como los prisioneros que perecieron en la guerra, no fuesen desamparados de médico espiritual, llamaron para el socorro de sus almas

Leopardi y Bécquer son los cultos de la adolescencia sentimental de Rafael Delgado. En 1881, a los veintiocho años, leía estudios sobre ambos poetas desamparados, en la «Sociedad Sánchez Oropeza» de Orizaba. El protagonista de Angelina confiesa que sabe de memoria versos de Justo Sierra y prosas de Altamirano. Pero también conoce algunas quejas de esa generación mexicana de grandes clásicos.

Soy partidaria de que haya reparto y de que los ricos den a los pobres todo lo que tengan de sobra.... ¿Por qué esta pobre huérfana ha de estar descalza y yo no?... Ni aun se debe permitir que estén desamparados los malos, cuanto más los buenos.... Yo que la Nela es muy buena, me lo has dicho anoche, me lo ha dicho también tu padre.... No tiene familia, no tiene quien mire por ella. ¿Cómo se consiente que haya tanta y tanta desgracia?

Aquella primera parte de la sentencia pareció terrible á los monjes, especialmente á los más ancianos, acostumbrados como estaban á la vida sosegada de la abadía, fuera de la cual se hubieran visto tan desamparados y desvalidos como niños abandonados á sus propias fuerzas.

Entre unos cuantos amigos, hemos fundado un colegio para niños desamparados y nos sale por muy poco cada plaza. ¡Pobres criaturas! ¡Dejarlos así abandonados a la intemperie, expuestos a quedarse muertos en medio de la calle, y todavía si no traen el dinero justo pegarles!... Esa mujer es una infame que no merece que V. se ocupe de ella.

Oirían la primera misa en la capilla de los Desamparados, porque a doña Manuela, como buena valenciana, le parecía que ninguna misa del resto del año valía tanto como aquélla y después tomarían chocolate en un huerto de fresas, bajo un toldo de plantas trepadoras, recreándose el olfato con el olor de los campos de flores y el humillo del espeso soconusco.

No hemos conocido el bien hasta que le hemos perdido; y es el deseo tan grande, que casi todos tenemos de volver a España, que los más de aquellos, y son muchos, que saben la lengua como yo, se vuelven a ella, y dejan allá sus mujeres y sus hijos desamparados: tanto es el amor que la tienen; y agora conozco y experimento lo que suele decirse: que es dulce el amor de la patria.

6 La Virgen de los Desamparados de Valencia, de Marco Antonio Ortiz. 7 Duelo de honor y amistad, de D. Jacinto de Herrera. 8 Selva de amor y celos, de D. Francisco de Rojas. 9 El más piadoso Troyano, de D. Francisco de Villegas. 10 Pelear hasta morir, de D. Pedro Rosete Niño. 11 El legítimo bastardo, de D. Cristóbal de Morales. 12 El afanador de Utrera, de Luis de Belmonte.

Sólo la voz de Juan vibraba en el silencio de la noche saludando a la Madre de los Desamparados. Y su canto, más que himno de salutación, parecía un grito de congoja algunas veces; otras, un gemido triste y resignado que helaba el corazón más que el frío de la nieve.

Palabra del Dia

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