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Actualizado: 7 de junio de 2025


Su retirada parecía una derrota, y le Tas, que esperaba noticias en la ventana, adivinó en seguida lo que ocurría. Así que la viuda llegó a su habitación exclamó: ¡Maldita jornada! ¿Se ha salvado? Está curada. No he podido ver al conde, ni creo verlo, y Le Bris casi me ha puesto en la calle. Si éste encuentra su clientela, pierdo el nombre que llevo.

El lunes, la derrota y la burla que le hacían odioso el recuerdo de Mrs. Power. Al otro día, Mina, la melancólica, que había prolongado su dulce encantamiento hasta la tarde del día presente.

No sólo con miradas y gestos provocativos les quemaban la sangre, sino también con picantes indirectas y con insultos groseros les ponían en el trance á cada instante de perder la paciencia y experimentar una nueva y vergonzosa derrota. Pero el más insolente, el más provocativo, el más fachendoso de todos era Toribión de Lorío.

En lo más fuerte de la derrota, el general enemigo logró rehacer un batallón y que marchara al paso hacia la aldea. Aquel hombre, tranquilo en medio del desastre, tenía algo de grande y de digno. A veces se volvía con aire sombrío para mirar cómo caían las rocas, que dejaban claros sangrientos en sus filas.

Está bien, ya que respeta la fortuna del príncipe dijo el coronel como único comentario. Al llegar á París, Miguel Fedor se convenció de que la princesa estaba loca, cosa que sospechaba hacía tiempo al leer sus largas cartas. Sir Edwin había muerto en Inglaterra, tres años antes, casi repentinamente, á continuación de una derrota electoral.

A las dos de la tarde seguimos la derrota, hasta enfrentar con la Sierra del Volcan, teniéndola á nuestro N muy distante, donde paramos en otro arroyo, á aguardar las partidas que se habian despachado. Este dia se caminaron como 14 leguas: los campos son muy abundantes de agua, por tener muchos arroyos que vienen de las sierras, pero muy pobres de leña, pues no se encuentra mas que bosta. Dia 13.

El Demonio es también el forjador de estos planes, esperando que la víctima elegida por él, pero firme siempre en su propósito, sucumbirá al cabo al doble empuje de la vergüenza, por una parte, y de la vanidad, por otra. Pero justamente el momento de su esperado triunfo lo es el de su humillación y su derrota.

En la escena final, Clarinda, obligada por la necesidad, se dispone á ofrecer su mano á Roberto, cuando las puertas se abren de repente, entra Lidoro con una antorcha en la mano, anuncia su derrota al orgulloso Príncipe de Irlanda y lleva á Don Juan á los brazos de Clarinda.

Llegó, pues, al castillo del duque, que le informó el camino y derrota que don Quijote llevaba, con intento de hallarse en las justas de Zaragoza. Díjole asimismo las burlas que le había hecho con la traza del desencanto de Dulcinea, que había de ser a costa de las posaderas de Sancho.

El día 14 de agosto de 1385 ganaron los portugueses la célebre batalla de Aljubarrota, tan funesta para Castilla, cuyo rey D. Juan I salvó la vida en la gran derrota por la proeza del señor de Hita que canta aquel conocido romance: «Si el caballo vos han muerto, Subid, rey, en mi caballo

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