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Actualizado: 7 de junio de 2025


, que del vate la mision sagrada Es inflamar del bravo el ardimiento, Dar nuevo temple á la fulmínea espada Con el soplo encendido de su aliento, Y al fúnebre clamor de la derrota, Alzar del libre la bandera rota.

Cegada por la lluvia, empujada por el huracán, la manada en derrota gira sobre misma, se extravía, se dispersa, y corriendo enloquecidos los bueyes hacia adelante, pretendiendo alejarse de la tempestad, arrójanse en el Ródano, en el Vaccarés o en el mar, donde casi todos perecen.

Hubiéramos preferido ir, como los chicos del muelle, a pescar con algún viejo marinero: pero no podíamos. Eramos víctimas de nuestra posición elevada. Si queríamos ser marinos de altura, teníamos que estudiar, y, para nosotros, el ser pilotos de derrota constituía una gran superioridad.

Muchas veces me lo he preguntado, y algunas he llegado a dudar que un espíritu como el suyo, tendiente al perfeccionamiento, estuviera tan completamente resignado con la derrota. ¡Pero son tan variados los matices de la sinceridad más leal! ¡Hay tantas maneras de decir la verdad sin expresarla por entero!

Pero en el año siguiente Simón Bolívar se sublevó contra las autoridades españolas, y se hizo la guerra con éxito variable hasta que Bolívar derrotó a los realistas en la batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1819. La derrota de Carabobo en 1821 puso fin a la dominación española en el norte de la América del Sur.

Yo le contesto aquello de no siento que mi hijo pierda, sino que se quiera desquitar, y le aseguro que saldrá con las manos en la cabeza si sigue jugando, y le amenazo con que su derrota será mayor cuando esté casado; pero el insolente, atrevido, no me cobra miedo, y cierra los ojos, y arremete, y se casa.

Hablaba con un acento entre vascongado y andaluz, intercalando palabras filipinas; tipo de marino a la antigua, conocía muy bien su derrota, pero en lo demás estaba poco enterado. Le gustaba la ciudad y la vida social. Había estudiado en Vergara y sabía tres cosas no muy frecuentes entre los marinos mercantes: sabía latín, sabía bailar y sabía hacer versos.

El gentío se abalanzó sobre el vencedor que miraba en torno de él con ojos de idiota y se dejaba arrastrar inerte y sin fuerzas hacia una taberna próxima. Buscó el doctor á sus compañeros y no vió á ninguno. Habían desaparecido como evaporados por la derrota.

Tuvieron siempre á la vista una hilera de colinas, que empezando por el Cerrito Colorado siguen la direccion de la derrota, acercándose ó alejándose, que en el pais llaman Cerrillada, porque es lo que mas se eleva en el terreno de estas vecinas campañas, sin que por eso se excedan de la altura del Cerrito Colorado.

Su caída hizo estremecer de gozosa esperanza a todas las naciones oprimidas. Ninguna victoria francesa resonó en Europa tanto como aquella derrota, que fué, sin disputa, el primer traspiés del Imperio. Desde entonces caminó mucho, pero siempre cojeando.

Palabra del Dia

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