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Actualizado: 17 de junio de 2025


Humanidades, bellas letras... ¿Letras? de cambio: todo lo demás es broma. Siquiera un poco de retórica y poesía. , , venga usted con coplas; ¡para retórica estoy yo! Y si por las comedias lo dice usted, yo no las tengo de hacer; traducidas del francés me las han de dar en el teatro. La historia. Demasiadas historias tengo yo en la cabeza.

El infeliz padre, al salir del cuarto de Magdalena con los ojos hundidos y el rostro lívido, como un espectro que saliera del sepulcro, retrocedió cegado por el vivo resplandor de la luz del día. Ya van pasadas veinticuatro horas dijo con ademán meditabundo. Y estrechó la mano a Amaury, contemplándole en silencio. Quizás pensaba demasiadas cosas para poder expresarlas.

Tomó la gran redondela de cristal que estaba sobre la mesa, y al colocarla en uno de sus ojos fué tal su emoción, que faltó muy poco para que el disco duro y transparente cayese como un proyectil, matando á varios doctores del cortejo. Debo estar soñando se dijo el ingeniero . Esto no puede ser. Resultan demasiadas sorpresas juntas para que yo acepte como realidad lo que veo en este momento.

Porque en cuanto a virtuoso, lo es vuestro romance, lo es absolutamente, con cinismo. Es la única crítica que se le ha hecho. Allí, no podrían satirizar el encanto, el talento, el éxito. ¡Pero demasiadas ovejitas, no bastantes lobos! ¡demasiada honestidad! ¡demasiadas virtudes! ¡muchas flores, señor!

Mi teoría añadió, está plenamente confirmada, y, como fisiólogo, tengo que declararme satisfecho; pero, como médico, quisiera ante todo curaros, y el estado en que he visto a ese infeliz no me inspira demasiadas esperanzas. ¡Vos le salvaréis, doctor! Por lo pronto, no me pertenece actualmente: se encuentra al servicio de un colega mío que le estudia con cierta curiosidad.

Son demasiadas preguntas, gentleman, para que las conteste aquí dijo con una voz extremadamente débil, persistiendo en su miedo de ser oído . Bástele saber que mi protector es Flimnap, y que él me colocó entre sus servidores después de haberle prometido yo que nadie vería mi rostro.

Cien francos ó doscientos; y luego, ¡adiós!... ¡Pero las otras! ¡Las mujeres! Esas penetran en nuestra existencia, acaban por dominarnos, quieren que nuestra vida se moldee en la suya. Su amor por nosotros no es en el fondo mas que una vanidad igual á la del conquistador que ama la tierra que ha hecho suya con violencia. He encontrado demasiadas en mi vida.

No deja usted de saber prosiguió con acento burlón más marcado, que la señorita X, que tiene sesenta años, tenía una vocación pronunciada por el matrimonio; que la señorita Y, de cinco años más que ella, tuvo un amor desgraciado segado en flor; que la señorita Z, de unas cuantas primaveras menos, asustó a sus pretendientes por su mal carácter; que ésta no tenía dote; que aquélla tenía demasiadas pretensiones, etc., etc.

La condesa pronunció esta negación con tal fuerza y mostrando tanta seriedad, que Pedro, sintiendo de improviso una alegría inmensa, infinita, quedó, sin embargo, confuso. No supo más que decir mirando al suelo: ¡Perdóname! Estás perdonado; pero mira... no vuelvas á hacerme preguntas tontas... Tenemos demasiadas cosas en que pensar, para ocuparnos en llorar celos ridículos.

Todos los días, que gritase o que se resignase el chiquillo, Julián lo lavaba así antes de la lección. Por aquel respeto que profesaba a la carne humana no se atrevía a bañarle el cuerpo, medida bien necesaria en verdad. Pero con los lavatorios y el carácter bondadoso de Julián, el diablillo iba tomándose demasiadas confianzas, y no dejaba cosa a vida en el cuarto.

Palabra del Dia

rigoleto

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