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Actualizado: 15 de noviembre de 2025
Se me figuró que al despedirme hizo un gesto de desprecio, ¡Dios mío, que estúpido soy! Agosto 2. Cuando creí que iba á encontrarla fría y seria por mi necedad de ayer, recibí la deliciosa sorpresa de hallarla más amable y jovial que nunca. Jamás se acaba de entender á esta clase de mujeres; pero estos vaivenes y misterios son los que más encienden el amor.
Quiero que, si caigo de nuevo en tentaciones semejantes, me falte un roast-beef, desaparezca del mundo el beef-steak, se anonaden los timbales de macarrones, no haya pavos en Perigueux ni pasteles en Perigord, se sequen los viñedos de Burdeos, y beban en fin todos, menos yo, la deliciosa espuma del Champagne.
Alentado con este éxito, siempre que ella traía el cabello peinado de tal forma, con mucho disimulo y después de largos preparativos y vacilaciones osaba posar los labios sobre él. Aquella sensación era tan viva, tan deliciosa, que la guardaba muchos días en la boca y le hacía feliz.
Pues caminando por esta senda deliciosa, alumbrada por los astros más propicios, tapizada de flores que embalsamaban el ambiente, una espinita vino al fin a clavarse en el pie de Mario.
En fin, para evitar a la enferma la promiscuidad penosa del hotel, Blanca le ofreció amablemente una deliciosa quinta que llevaba su nombre, que su tío había hecho edificar para ella en Saint-Pair, en el camino de Granville, y a la que la familia debía ir en el mes de agosto.
Tan vanidoso es el hombre, que la palabra querida sonó en los oídos de don Quintín como una música deliciosa. Luego, por la cuenta que le traía, convenció a su mujer de que a Cristeta le era indispensable vivir sola. Ambos viejos, medio en serio, medio en broma, la llamaron descastada, ingratona y mala cabeza; pero se conformaron, quedando resuelto que a nadie dirían su paradero.
Estos dos seres que habían vivido tanto tiempo en una deliciosa intimidad, no se veían ahora más que á las horas en que les era imposible evitarse; por la mañana en el almuerzo y por la tarde durante la comida y de sobremesa, y aun entonces estaban juntos con alguna inquietud.
Y luégo, ansiosa, loca, delirante, con acento infinito de dulzura, seductora, vivífica, anhelante, así exclamó exhalando la fragante deliciosa pasion de su alma pura: ¡Oh ensueño encantador del ansia mia! ¡fe de mi vida, hasta tenerte amarga! ¿por qué triste en tus ojos la agonía áun causa espanto á la ventura mia, por qué áun la pena del temor te embarga?
Hice un signo afirmativo, pues el miedo, que hacía pasar por todo mi cuerpo un calofrío delicioso, me había quitado el uso de la palabra. ¡Que Dios te lo pague, buena e inteligente niña! exclamó estrechándome contra su pecho. Y mi respiración se cortó en una deliciosa angustia. Dejé caer mi cabeza sobre su hombro y cerré los ojos.
Zamboanga, donde el Polombato, á semejanza del Darro, baña á la sultana de Filipinas, interrumpiendo con el suave murmullo de sus ondas deliciosa y enervante quietud tropical, ofrece con su purísimo y sano ambiente y con sus cristalinas aguas, que la zarzaparrilla purifica, savia regeneradora á la sangre anémica del peninsular, que vive en Joló, Tawi-Tawi y en los destacamentos militares de Mindanao, siempre prontos á dar su vida por el honor del Ejército y por el engrandecimiento nacional.
Palabra del Dia
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