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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Puesto que no hay otro remedio, parecían decir, dejémonos tostar por ese bárbaro, esperando mejores tiempos. Algunas hojas más pequeñas que las otras no podían resistir aquel infierno y se doblaban y retorcían como pacientes en el tormento. La condesa avanzaba por la huerta. La sombra desmesurada de su quitasol corría como densa nube por encima de los cuadros de hortaliza.

De modo que las palabras son griegas y significan: « eres un ángel que bajaste del cielo a la tierra, tomaste cuerpo gentil y te convertiste en ManolitaSospecho que usted se chancea. ¿Cómo han de decir tanto cuatro palabras nada más?... ¿Que es paráfrasis y no traducción? Entonces ya se comprende. Pero dejémonos de paráfrasis. No estoy para ellas, ni para que me echen piropos.

Conque dejémonos de frivolidades, y refiramos lisa y llanamente nuestra expedición de aquella mañana. Nos dirigíamos á ver una de las primeras maravillas arquitectónicas de Salamanca, ó sea el famoso Colegio del Arzobispo, hoy todavía habitado por estudiantes irlandeses.

Quevedo se lo arrancó y tiró su contenido. Luego tomó el jarro y lo arrojó: Soy vuestra madre dijo ; dejémonos de locuras, y ya que os tengo aquí sola y encerrada, ya que me tenéis á mi, hablemos juiciosamente, hija mía. ¿Creéis que yo soy malo? ¿Quién sabe lo que vos sois? Yo soy un hombre que busca aire que respirar y no le encuentra. ¡Vos venís á buscar aire de vida á la corte!

Dejémonos de eso, Lucía; no quiero verla a usted con ese gesto; ¡se pone usted fea! dijo en tono desahogado él, aludiendo por vez primera a las condiciones físicas de Lucía . ¿Qué desea usted ahora? ¿Quiere usted que la lleve a ver alguna curiosidad de este pueblo? ¿El hospital? ¿Los fuertes? Hablaba afable cual nunca, y Lucía se aplacó, como las crespas olas al cubrirlas capa de aceite.

Consolábale Sancho, y, entre otras razones, le dijo: -Señor mío, alce vuestra merced la cabeza y alégrese, si puede, y gracias al cielo que, ya que le derribó en la tierra, no salió con alguna costilla quebrada; y, pues sabe que donde las dan las toman, y que no siempre hay tocinos donde hay estacas, una higa al médico, pues no le ha menester para que le cure en esta enfermedad: volvámonos a nuestra casa y dejémonos de andar buscando aventuras por tierras y lugares que no sabemos; y, si bien se considera, yo soy aquí el más perdidoso, aunque es vuestra merced el más mal parado.

Siempre me contradices, no por convicción, sino por hacerme rabiar. Dale a Dios el nombre que se dio él mismo; que nadie ha de ponerle otro mejor. Tenéis razón, madre dijo la condesa . Dejémonos de flaquezas, de lágrimas y de crímenes, y de términos retumbantes. Hagamos algo bueno, elegante y alegre.

Entonces dijo doña Beatriz: Vamos, vamos..., dejémonos de niñerías. No me pruebes ahora no ya que eres viejo, sino que eres mucho más niño que yo. Alegrémonos, serenémonos y vamos a divertirnos hasta donde sea posible.

Si todo esto desapareciese, Salamanca, por muy bien conservados que guardase sus monumentos, no pasaría de ser un cadáver, como Nínive ó Pompeya. Pero dejémonos de discursos, y enumeremos, siquier rápidamente, las cosas que vimos aquella mañana antes de regresar á la fonda.

Bueno, señora; es decir: bueno, «mamita», dejémonos de llantos para los que no hay motivo y ya verán ustedes cómo dentro de poco vuelve Lorenzo hecho unas pascuas dijo Melchor sonriendo al dominar la intensa, la profunda emoción que sentía. ¡Dios lo oiga!

Palabra del Dia

atormentada

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