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Actualizado: 22 de julio de 2025
Decididamente la razón domina el corazón de este animal. En vano la señorita Margarita, irritada y confusa, empleó sucesivamente las caricias y las amenazas para vencer la obstinación de su favorito; nada pudo decidir al inteligente animal á confiar de nuevo su preciosa vida á aquellas terribles ondas.
«3° De decidir que ella contribuirá por su parte á fomentar y facilitar esta publicacion; «4° De enviar al señor ministro de la instruccion pública una copia del presente informe, manifestándole cuán importante seria que él tomase las medidas necesarias para facilitar dicha publicacion;
Sentíase animado por una audacia que nunca había conocido y sus manos ardían de fiebre. Tal vez era la emoción que le producía su propio atrevimiento. Estaba resuelto a decidir su suerte aquella misma mañana. La fatuidad del hombre que se cree en ridículo y desea realzarse a los ojos de sus admiradores le excitaba, dándole una cínica audacia.
Ahora, lo que conviene examinar, con vista de estas fatales presunciones, es si aquellos principios y capítulos valen la pena de ser publicados ántes y con tiempo, ó si será preferible esperar á que parezca lo restante, y, con todo junto, formarse cabal idea de la importancia de la obra y mérito del autor y decidir entónces si merecen el honor de la estampa.
Armóse un pleito, y el Rey se decidió en favor de Colón. ¿Por qué? Uno de los Pinzones murió de pesar. Fuera de esto, ¿quién había sabido levantar el grande obstáculo de la repugnancia religiosa, empleando toda su elocuencia, su destreza y perseverancia para decidir los ánimos en favor de la expedición? Colón y sólo Colón. El era el único creador de la empresa y fué asimismo su heroico ejecutor.
No conozco, al escribir esto, la farsa titulada Plácida y Vitoriano, última producción dramática de Encina, y la mejor de sus obras, según opina el autor de El Diálogo de las lenguas, ni puedo por tanto decidir si se notan en ella los grandes adelantos del poeta, comparados con las piezas hasta ahora mencionadas . A algunos han parecido tan insignificantes, que apenas se dignan hablar de ellos en sus historias literarias, no acostumbrados á detenerse en aquellos periodos de la vida del arte, interesantes en alto grado, porque nos descubren sus gérmenes y primer desenvolvimiento, pues en este caso no los mirarían con menosprecio.
Tú estás segura de que seré feliz en el matrimonio; yo lo dudo, y quisiera ver claro en mi corazón antes de decidir nada. ¿Es mucho pedir? No, querida respondió la abuela con un relámpago de satisfacción en los ojos. Tengo confianza en tu promesa. Estudia todo lo que quieras, puesto que el estudio es la manía de las jóvenes de ahora; te doy carta blanca.
En España, no me meteré a moralizar sobre esto ni a decidir si está bien o mal, pero los hombres, sin creer que ofenden, suelen requebrar al paso a las damas, en particular cuando van solas. En esta ocasión, o por no fijarse en don Braulio, o por dar poca importancia a su persona, o por juzgarle distraído y que no oiría, Beatriz e Inés recogieron buena cosecha de piropos.
Nadie escoge su lugar antes de venir al mundo; ninguno puede decidir cuál será su patria y cuál su linaje. Nacemos arriba ó abajo, á capricho del azar, y amoldamos la historia de nuestra existencia al sitio que nos designó el acaso. Tampoco puede nadie escoger su época.
Esto que excita tu risa, es una cosa gravísima que puede decidir de tu felicidad y de la mía... Ventura dió por toda contestación otra carcajada, y después otra. Parecía desternillarse de risa. Mas aquellas carcajadas no salían de adentro. Gonzalo notaba su afectación perfectamente. ¡Cuidado, Ventura, cuidado! exclamó con el rostro demudado. ¡Mira que estoy hablando en serio!
Palabra del Dia
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