Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de junio de 2025
Díjele cuanto me pareció oportuno: le hablé de tus buenas prendas, de tu buen carácter, de tu índole laboriosa, de tu instrucción sólida y bien dirigida, y de la dificultad en que te hallabas para seguir los estudios y la carrera tan brillantemente iniciada, así como de la necesidad en que te veías de buscar algo productivo.
Susana se preparaba, armada de una escoba, a hacerla funcionar activamente. Me pareció que estaba en uno de sus malos días, y pensé que sería conveniente emplear algunas precauciones oratorias antes de plantear mi pregunta. ¡Qué lindas y brillantes están tus cacerolas! díjele con amabilidad. Se hace lo que se puede refunfuñó Susana, y a quien no le guste, que se queje.
Acertó a estar su marido a mi lado, y yo, sin pensar a quien hablaba, llevado del deseo de amor y gozarla, díjele: -A esta mujer ¿por qué orden la podremos hablar, para gastar con su merced unos veinte escudos, que me ha parecido bien por ser hermosa?
Me deslicé escaleras abajo, y por fin, entrando en la sala, vi que ardía aún el fuego. Acerqué una silla, lo removí con el pie y me quedé sorprendido de ver a Partenia sentada allí también, con una criatura de demacrado rostro en el regazo. Díjele si no sería indiscreción preguntarla por qué estaba levantada todavía.
¿Os acordáis, señor cura? díjele indicándole el cerezo, a que había trepado Pablo. Pensemos en otra cosa, Reinita. ¿Acaso me es dable, señor cura? ¡Si supierais cuánto le quiero! Os aseguro que no tiene defectos. Una vez en este terreno ningún poder humano me hubiera podido detener, tanto más cuanto que en el Pavol me veía obligada a ocultar mis impresiones.
Yo, que bien descuidado iba de aquello, miré lo que era, y como no vi sino sogas y cinchas, que no era cosa de comer, díjele: "Tío, ¿por qué decís eso?" Respondióme: "Calla, sobrino; según las mañas que llevas, lo sabrás y verás como digo verdad."
Comenzó a probar el angélico caldedero una y otra de un gran sartal que dellas traía, y yo ayudalle con mis flacas oraciones. Cuando no me cato, veo en figura de panes, como dicen, la cara de Dios dentro del arcaz; y, abierto, díjele: "Yo no tengo dineros que os dar por la llave, mas tomad de ahí el pago."
Vióme muchacho, boquirrubio, cariampollado, chapetón; parecíle un Juan de buena alma, y que para mí bastara que quiera. Preguntóme: "¿De dónde sois, hijo?", díjele que de Sevilla; llegóseme más, y dándome con su mano unos golpecitos debajo de la barba, me dijo: "Y ¿adónde va el bobito?" Díjele que iba a la corte, que me diese de comer.
Díjele también que era cierto había venido una Comisión mixta á nombre del General Agustin y del arzobispo Nozaleda, la cual Comisión me había manifestado que venía obligada por los españoles, pero que hacía constar su adhesión á nuestra causa.
Pero el cura, que sabía que yo odiaba el llanto y que era bastante orgullosa como para demostrar delante de mi tía una pena causada por ella, se me acercó, me preguntó en secreto por qué lloraba y se esforzó en consolarme. No es nada, mi bueno y querido cura díjele yo enjugando mis lágrimas y echándome a reír. Tengo horror del dolor físico, me duele la cabeza y luego, debo estar horrorosa.
Palabra del Dia
Otros Mirando