Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de junio de 2025
Sí, una locura, y por mil razones. La primera, la principal, y que vale por todas, es ésta: porque soy pobre. La doncella suspiró como si quedase libre de un gran peso. Algún día, acaso no muy lejano, sabrá usted, Angelina, a quien amo yo. Díjele esto fijos mis ojos en los suyos. Ella me dirigió una mirada profunda, intensa, llena de infinita ternura, dulcemente alegre. Tía Pepa despertó.
Ojos negros, luminosos, húmedos; nariz delgada, fina, correctísima; boca agraciada; mejillas en las cuales se dibujaban apenas lindos hoyuelos, que más acentuados, al reir la joven, serían encantadores. ¡Buen cantante! díjele, mirando al pajarillo. Le molestaría un poco. Desde muy temprano se suelta cantando. A veces, agregó, haciendo un mohín risueño, ¡está insufrible!
Con todo, parescióme ayudarle, pues se ayudaba y me abría camino para ello, y díjele: "Señor, el buen aparejo hace buen artífice. Este pan está sabrosísimo, y esta uña de vaca tan bien cocida y sazonada, que no habrá a quien no convide con su sabor." "¿Uña de vaca es?" "Sí, señor." "Dígote que es el mejor bocado del mundo, y que no hay faisán que ansí me sepa."
Usted piensa díjele riendo, que el bosque de Bolonia es insuficiente como selva virgen. Eso puede llevar muy lejos repuso Luciana. ¡Bah! El mundo es tan pequeño... Pronto se le da la vuelta. ¿Qué es lo que usted llama pronto? Dos o tres años... ¿Y encuentra usted que es poco? Eso prueba que no deja usted detrás ningún pesar.
Díjele que me la dijese; y él, sin dejar la risa, dijo: -Está, como he dicho, aquí en el margen escrito esto: "Esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha".
Comenzó luego a hacer la causa, y porque me sonaron unas llaves en la faldriquera, dijo y escribió que eran ganzúas y aunque las vio, sin haber remedio de que no lo fuesen. Díjele que era don Ramiro de Guzmán y rióse mucho. Yo, triste, que me había visto moler a palos delante de mi dama, y me vi llevar preso sin razón y con mal nombre, no sabía qué hacerme.
Con todo, parecióme ayudarle, pues se ayudaba y me abría camino para ello, y díjele: "Señor, el buen aparejo hace buen artífice. Este pan está sabrosísimo y esta uña de vaca tan bien cocida y sazonada, que no habrá a quien no convide con su sabor." "¿Uña de vaca es?" "Si, señor." "Dígote que es el mejor bocado del mundo, que no hay faisán que ansí me sepa."
Arremetió a mí en viéndome, que, según estaba, fue mucho conocerme. Yo le abracé; preguntóme cómo estaba; díjele luego: ¡Ah, señor licenciado, qué de cosas tengo que contarle! Sólo me pesa de que me he de ir esta noche y no habrá lugar. -Eso me pesa a mí -replicó-, y si no fuera por ser tarde, y voy con prisa a comer, me detuviera más, porque me aguarda una hermana casada y su marido.
Echáronnos, en entrando, a cada uno dos pares de grillos y sumiéronnos en un calabozo. Yo, que me vi ir allá, aprovechéme del dinero que traía conmigo y, sacando un doblón, díjele al carcelero: -Señor, oígame V. Md. en secreto. Y para que lo hiciese dile escudo como cara. En viéndolos, me apartó. -Suplico a V. Md. -le dije- que se duela de un hombre de bien.
Esta era una peculiaridad de su temperamento; siempre que no estaban sometidos a presión, se entregaban a ese pequeño ejercicio. Vengo a consultarle sobre una cosa muy, pero muy importante díjele, haciendo hincapié sobre el adverbio para despertar su inteligencia que yo sabía dispuesta a andar a la briba, así que se la interrogaba. Mande usted, señorita.
Palabra del Dia
Otros Mirando