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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Diosa hubo que bostezó encontrando todo cursi y diciendo que tenía gazuza; otra que riñó con su dios, haciendo un gesto con el brazo para darle una manotada.

Necesita usted objetos que le sugieran la idea santa de Dios, ocupaciones que le llenen el alma de energía piadosa, que satisfagan sus instintos, como usted dice, de amor universal.... Pues todo eso, hija mía, se puede lograr, satisfacer y cumplir en la vida, aparentemente prosaica y hasta cursi, como la llamaría doña Obdulia, de una mujer piadosa, de una... beata, para emplear la palabra fea, escandalosa.

Andaría adelantado.... No.... La catedral, que era la autoridad cronométrica, ratificó la afirmación de la Universidad; por lo que pudiera valer el reloj del Ayuntamiento, que no había podido secularizar el tiempo, vino a confirmar lo dicho lacónicamente por sus colegas, exponiendo su opinión con una voz aguda de esquilón cursi.

Todo lo que pudiesen hacer Serafina y otras del lugar era una chapucería cursi si se comparaba con las confecciones de nuestra heroína, que estaba al corriente de las últimas modas de París, que recibía los figurines y que, ajustándose a ellos, sin encadenar servilmente su fantasía a una imitación minuciosa, ideaba, trazaba, cortaba y hacía trajes para las mujeres, dignos de figurar en los salones de la corte y de ser descritos por Montecristo o por Asmodeo, y para los niños y niñas no inferiores por su gracia y por su chic a aquellos con que la prole de un milord opulento o de un banquero inglés se engalana.

Sentime en el colmo de la indignación. ¿De dónde podría salir esta gente, que no sabía lo que era el bridge? Creí que ante mis plantas se abría un abismo... ¡No, yo no podía aliarme con una familia tan... cualquier cosa! ¡Yo no podía quedar un instante más en una casa tan cursi! Por eso, sin contestar al anfitrión si era o no el bridge un juego de billar, me despedí bruscamente...

Sólo cuando alzó la ropa del lecho y metió una pierna dentro se le oyó claramente decir: «¡Que elegancia, qué distinción!» Y más tarde, cuando apagó de un soplo la luz de la bujía y se zambulló en las sábanas, también se le oyó murmurar: «Muy linda: tiene un tipo ideal, pero ¡es tan cursi la pobreUn día más.

¡Vamos, señor Ángel, tenga usted mundo! exclamó Romadonga dándole palmaditas cariñosas en el hombro. Hoy la sociedad es muy distinta de cuando nosotros nos criamos. Lo que a nuestros padres les parecía imperdonable, ahora es cosa corriente... Mozo, échanos otra copa... Al contrario, en la actualidad se considera de mal gusto y hasta cursi esa virtud austera de nuestros mayores.

Es que entre aquellos árboles, y subiendo la cuesta..., ni más ni menos que la del monte Helicona.... ¿Ónde está eso? ¿Helicona?... Un poco más allá de Torrelavega. El que no me gustó fué aquel Apolo que las acompañaba á ustedes. Si no se llama Polo.... Es un chico del comercio. -Lo supongo. Quiero decir que iba algo cursi. ¡Y ustedes iban tan vaporosas, tan bonitas! ¡Otra!

Ciertas vecinas querían llevarla a paseo, a una tertulia y a los teatros extraviados que ellas frecuentaban. La pobreza en Madrid tiene que ser o resignada o cursi. Aquellas vecinas eran cursis. Anita no podía sufrirlas; le daban asco ellas, su tertulia y sus teatros. Pronto la llamaron el comino orgulloso, la mona sabia.

Esto causaba gran regocijo en la tertulia, no por qué, sobre todo a las niñas de la casa, que aceptaban los títulos. Durante la noche representaban su papel como damas de teatro cursi. Al señor de Anguita le llamaban el gran duque de Anguitoff, y el pobre viejo aceptaba, riendo, el título.

Palabra del Dia

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