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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Este abrió de nuevo con la llave maestra la puerta, y sin cuidarse de cerrarla, llevó á obscuras á la Dorotea á la galería, á donde daba la puerta del aposento de doña Clara. Aquí es dijo el sargento mayor. ¿Y la puerta por donde ha de entrar? Esta. No se oye nada. Esperan, sin duda. ¡Oh! ¿y por qué no llamar? ¿por qué no entrar? Pero ¿estáis loca?
Y había hecho eso sencillamente, sin cuidarse de las falsas interpretaciones ni de los comentarios injuriosos que pudiera provocar su conducta, y era tal la fuerza de aquella apacible virtud y de aquella incomparable dignidad, que en el círculo estrecho y malévolo de las comadres de provincia, ni una palabra, ni una insinuación la habían rozado. ¡Había sido preciso que fuese Raúl!... El... ¡Oh!.
La señora de la casa, cuando tiene invitados, debe cuidarse personalmente de que esté la comida bien presentada y a tiempo; un plato bien condimentado pierde su mérito si no se presenta con gusto. El uso ha introducido para la mesa reglas que es preciso conocer para no desagradar a los convidados. Desde el principio ha de estar puesta la mesa tal y como ha de quedar hasta el fin de la comida.
No puede ser otro. San Antonio es el patrón de las bestias y aquí en Gallarta hay tanto buey.... Al reconocer don Facundo al médico, refrenó el paso de su cabalgadura. A la mina, ¿eh? preguntó Aresti. Sí señor: acabo de largar mi misita y ahora un rato á ver lo que hacen aquellos, hasta la hora de comer. Hay que cuidarse de lo divino y lo humano. Hay que trabajar, don Luis.
El Sr. de Quevedo sabe más que usted... Aquí no se hace más que lo que yo mando declaró la santa con aquel ademán y tono autoritarios a los cuales nadie se podía oponer . Si de aquí a mañana Quevedo no varía de opinión, vendrá la nodriza. Usted se calla y obedece... Yo pago y dispongo. Conque a cuidarse, y ya hablaremos.
Alberto tenía en el mundo de los vivos alguien más que su abuela. A la mañana siguiente vendió apresuradamente las verduras, sin cuidarse de la ganancia, y guardó su carretoncillo mucho antes que los compañeros. El Metro la puso en las afueras de París. Se vió en un paisaje grisáceo, yermo, con fábricas humeantes y casas de ladrillo, tristes como prisiones, en las que vivían los obreros.
Aquello no había sido mas que una crisis propia de su estado: tal vez habría cogido frío. Había que cuidarse, que el tiempo era muy perro. Al quedar solos los jóvenes, Isidro habló a la enferma del miedo que había sentido. Creía que ibas a morir, que te perdía en un instante. Y añadía con sencillez, temblando aún su voz con el recuerdo de la pasada emoción: ¡Ay, Feli! ¡No mueras, mi alma!
Cuando la campesina se casa, puede decirse que se muere, como muere la flor al cuajar el fruto. Desde aquel día deja de ser joven, de mirarse al espejo ó á la fuente, de componerse, de cuidarse..... Dos años después es efectivamente vieja.
El exordio fue breve, y luego, sin cuidarse mucho de reglas ni preceptos, entró de lleno a narrar, para comentarlo, el episodio en que Cristo dijo: Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Su lenguaje era siempre llano: cuando quería elevarse le faltaban palabras, y al buscar naturalidad, caía en lo vulgar y tosco.
Cayó la inexperta moza en las garras del gavilán, pero apenas éste satisfizo su capricho, huyó bonitamente el cuerpo, no volviendo á cuidarse más ni de los ducados prometidos ni de la muchacha, que en vano trató de hacerle cumplir su ofrecimiento.
Palabra del Dia
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