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Actualizado: 1 de julio de 2025
Frente a esta, para mortificarla con el espectáculo de su lujo, colocaron a la señora de Alzaola, hija de una nobilísima familia que se vio obligada a casarla con un pollo imberbe, gracias a no se sabe qué cuentos y calumnias, según los cuales la niña tuvo que ausentarse un año de la corte para pasarlo en compañía de una tía pobre que vivía en un cortijo de Andalucía.
Cristina dejó pasar mucho tiempo y cuando los arpegios del piano la hicieron saber que Pepita estaba en el salón, se dirigió con paso resuelto en busca de su marido. Tembló al dar un golpe en la puerta para anunciar su presencia. Se acordaba de los cuentos de la infancia; de aquellas niñas medrosas que iban en busca del ogro.
En los periódicos y en las guias, encontrará en crecido número las noticias que ha menester para formar su estadística; y con los datos que de allí saque, puestos en órden diferente, intercalando alguna cosa de lo que ha visto ú oido ó conjeturado, resultará un todo que se hará circular como fruto de los trabajos investigadores del viajero, y en sustancia no será mas en su mayor parte, que cuentos de un cualquiera, y traducciones y plagios de periódicos y obras.
Son los Corridos cuentos en verso sobre sucesos históricos falseados y fantaseados y tragedias amorosas, llenas de sucesos maravillosos mezclados de prodigios divinos y de magia, todo en estilo ampuloso, exagerado, pueril y absurdo en extremo.
Tal creyó Bermúdez de Castro , y de creer es que Gaspar Burces, como cualquiera otro de los que amagaron á la vida del prófugo, obedecían al interés del lucro combinado con el de hacerse perdonar delitos propios, mientras que la credulidad resiste cuentos como el de la hermosaza, galanaza, gentilaza, muy dama, que, perdida de amor, vino á confesar á Pérez la celada que le tendían , ó los más cautelosos en que atribuye el interesado á D. Juan de Idiáquez y al Rey los intentos de borrarle de la lista de los vivos, por mayor realce de aquellos relatos de persecución nunca vista, de infortunios sin igual en monstruo de la fortuna, que le servían de pasaporte y bordón de peregrino.
El buen humor, empujado por el vino, comenzaba a hacer de las suyas: las dos mujeres, menos acostumbradas a la bebida, decían mil atrevidos disparates; Damián y Luis hablaban como en el café, contando cuentos verdes; por último, Casilda, algo alegrilla y deseosa de desplegar lujo, encendió todas las bujías de dos candelabros que adornaban la chimenea.
No había hecho mas que dormir, como tantos protagonistas de cuentos y comedias, soñando con arreglo á su última lectura y viendo las escenas de su ensueño lo mismo que si realmente transcurriesen en la realidad. Sintió un escalofrío, y poniéndose de pie, miró su reloj. Eran las ocho. Los pasajeros debían estar ya terminando de comer.
Después, casi siempre, había tenido grandes contrariedades en la vida, pero ya despreciaba su memoria; una porción de necios se habían conjurado contra ella; todo aquello le repugnaba recordarlo; pero su pena de niña, la injusticia de acostarla sin sueño, sin cuentos, sin caricias, sin luz, la sublevaba todavía y le inspiraba una dulcísima lástima de sí misma.
Habían bajado de las montañas para ver el Corpus de Toledo, y andaban por las naves de la catedral con el asombro en los ojos, asustados de sus propios pasos, temblando cada vez que rugía el órgano, como si temieran ser expulsados de aquel mágico palacio igual a los de los cuentos.
Es una reina altiva, mientras que la señorita de Lavalle es una deliciosa princesita de cuentos de hadas. Princesa, esa es la palabra; se ve en toda ella la raza, y lo que chocaría en otras, en ella es encantador. Se susurra que es cosa decidida el matrimonio de su prima con el señor de Couprat. Así he oído decir.
Palabra del Dia
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