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Actualizado: 1 de julio de 2025


Suelo y cielo de Filipinas. Panoramas indescriptibles. La cascada del Botocan. La grandiosidad ante los ojos del alma. Evocaciones y recuerdos. Un ateo. El camarín del Botocan. Almuerzo al borde del abismo. Chismografía al por menor. Cuentos y anécdotas. Las mujeres filipinas. Tipos y registros. Opiniones. Amor desgraciado. Leyenda y autógrafo. Camino de Tayabas. Llegada á Lucban.

Y Sansón le dijo: ¿Ahora, señor don Quijote, que tenemos nueva que está desencantada la señora Dulcinea, sale vuestra merced con eso? Y ¿agora que estamos tan a pique de ser pastores, para pasar cantando la vida, como unos príncipes, quiere vuesa merced hacerse ermitaño? Calle, por su vida, vuelva en , y déjese de cuentos.

Absorta se quedó al oír estas palabras la señora de Centeno, así como la Mariuca y la Pepina, y no les ocurrió sino que a la miserable huérfana abandonada le había salido algún padre rey o príncipe, como se contaba en los cuentos y romances.

El Sombrero de tres picos; 3 y 3,50 pesetas. El Escándalo; 4 y 4,50 pesetas. El Niño de la Bola; 4 y 4,50 pesetas. El Final de Norma; 4 y 4,50 pesetas. El Capitán Veneno; 3 y 3,50 pesetas. La Pródiga; 4 y 4,50 pesetas. Novelas cortas; 3 tomos, 12 y 13 pesetas. Contiene: Primera serie. Retrato y biografía del autor. Cuentos amatorios. Segunda serie. Historietas nacionales. Tercera serie.

Llamábase Pedro de Vivar, era segundón de una gran casa, vivía del juego el tiempo que no estaba borracho y hacíanle famoso en Madrid su cinismo y sus cuentos chocarreros, conociéndole todo el mundo por el nombre de Diógenes.

Pero en cuanto ve un niño descalzo le quiere dar todo lo que tiene: a su caballo le lleva azúcar todas las mañanas, y lo llama «caballito de mi alma»; con los criados viejos se está horas y horas, oyéndoles los cuentos de su tierra de África, de cuando ellos eran príncipes y reyes.

518 Es para él como un juguete escupir un crucifijo; pienso que Dios los maldijo y ansina al ñudo desato: el indio, el cerdo y el gato redaman sangre del hijo. 519 Mas ya con cuentos de pampas no ocuparé su atención; debo pedirles perdón, pues sin querer me distraje; por hablar de esos salvajees me olvidé de la junción.

Se acordó de cierto asesino de los cuentos de Edgar Poe.... Su mirada fue insolente, provocativa. Saludó como diciendo con los ojos: «¡Toma! ahí tienes esa bofetada». Pero el saludo y la mirada de Mesía quisieron decir: «Vaya usted con Dios; no entiendo palabra de eso que usted me quiere decir».

¿Y si no vienen a pelo los cuentos que yo ? No importa; usted hará reír, y ese es el caso. ¿Dice él que usted se equivoca una vez? Dígale usted que él se equivoca ciento, y pata. Usted es un tal; y usted es más: éste es el modo. Pero, señor Fígaro, ¿y dónde dejamos ya la cuestión de tabacos? ¿Y a usted qué le importa ni a nadie tampoco? Déjela usted que viaje.

Maxi, que al hablar de la familia se dejaba guiar más por el amor propio que por la sinceridad, le había hecho mil cuentos hiperbólicos de Nicolás, pintándole como persona de mucha virtud y talento, y ella se los había creído.

Palabra del Dia

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