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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Cuando Ana Ozores se sentó en el palco de Vegallana, en el sitio de preferencia, que la Marquesa no quería ocupar nunca, en las plateas y principales hubo cuchicheos y movimiento. La fama de hermosa que gozaba y el verla en el teatro de tarde en tarde, explicaba, en parte, la curiosidad general.

Mi marido se muestra también muy favorable a ello; Susana ignora aún ser el objeto de estas entrevistas y cuchicheos, pero es tan sencilla, tan pura y obediente, que no dudo bajo ningún concepto de su conformidad tan luego yo le hable del caso. 11 de marzo. Las buenas noticias se aglomeran.

Al punto sacó Rosalía el chocolate, para que su amiga se hiciese a su gusto el que había de tomar. Mientras la respetable señora se ocupaba de esto con la prolijidad que siempre ponía en tan grata operación, su amiga le participó sus proyectos. Oyéronse durante un ratito cuchicheos íntimos, y viose la cabeza de Cándida haciendo movimientos afirmativos, bastantes a dar seguridad a la misma duda.

Entre risas ahogadas y cuchicheos, oía el canto monótono de la sartén en la que se freían montones de pasteles dorados, que espolvoreados con azúcar rubia, llevados de a seis u ocho máximum que podía contener el único plato de loza que había en la casa con destino al depósito general, que estaba en la pieza de paja, bajo la custodia de una vieja vigilante, tía respetada de algunos muchachos greñudos y carasucias, que de vez en cuando se asomaban por ahí, espiando el momento de dar un malón con suerte.

De esta manera, no hay miedo de equivocarse, ni sobre el carácter, ni sobre la salud, ni sobre la fortuna. El mundo contempla el suceso con enternecimiento. Me parece que oigo los cuchicheos: «¿Saben ustedes la nueva? ¡Diana Gardanne se casa con su primo! ¡Oh! ¡querida mía, esto es delicioso! ¡Un casamiento por amor!

Y Flavia, besando mi mano, murmuró: ¡Así sea! ¡Oh, Dios mío, te ruego que así sea! Volvimos a la sala de baile. Obligado a recibir los saludos de despedida, me vi separado de ella. Cuantos me habían saludado se dirigían en seguida a la Princesa. Sarto iba de grupo en grupo, dejando tras miradas de inteligencia, sonrisas y cuchicheos.

Añadían ambas que Antoñuelo era travieso y muy tronera, que daba a su padre grandes desazones, que de él podían temerse mayores males aún y que a Juanita ni remotamente le convenía para novio; pero ella no acertaba a prescindir del cariño fraternal que le tenía, ni a prohibirle que viniese a verla, ni a dejar de darle buenos consejos y amonestaciones, los cuales eran el asunto de los cuchicheos.

Por eso temía el final y lo evitaba. Pero era preciso acabar: á las toses siguieron los bostezos, á los cuchicheos los murmullos. Buscaba sin cesar el remate; daba vueltas alrededor del asunto, procurando una salida airosa; pero no encontraba escapatoria; la palabra se deslizaba de su boca, y afluía continua, sin solución, infinita. "Es preciso concluir," decía la voz interior. "¿Concluir?

Por último, y cuando ya Ripamilán asomaba la cabecita vivaracha sobre el antepecho del otro púlpito para cantar el Evangelio, el organista la emprendió con la mandilona: Ahora que estarás contentón mandilón, mandilón, mandilón. Los carlistas y liberales que llenaban el crucero celebraron la gracia, hubo cuchicheos, risas comprimidas y en esto vio la Regenta un signo de paz universal.

Así es que las noches en que venía Antoñuelo a la tertulia, sobre la desazón que daba a don Paco, le hacía perder un par de pesetas y hasta tres a veces. Viniese o no viniese Antoñuelo a la tertulia, Juana la Larga estaba siempre presente. Don Pablo no hallaba modo de hablar a solas con Juanita, ni de abandonar a la madre e imitar a Antoñuelo enredándose en cuchicheos con la hija.

Palabra del Dia

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