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Actualizado: 30 de abril de 2025
Todo lo contrario fué el gran novelista Gustavo Flaubert, que después de horrenda lucha con su estilo torturado, en una sesión de diez horas sólo podía producir una cuartilla impecable, eso sí, y maravillosa. Alejandro Dumas, padre, se contentaba con un vaso de limonada. Balzac hacía un enorme consumo de café, y Aurora Dupin, la Jorge Sand, fumaba como un marino.
¿Qué escribir...? La tinta obscura del tintero era tristeza; tristeza el silencio augusto de la gran Naturaleza, y en medio de este dualismo de dolor y de aspereza, se moría lo más triste de lo triste: mi cabeza. Quedó sin nada en la mesa la cuartilla inmaculada.
Pero he aquí que un fresco aire de fuera ha venido a renovar el ambiente de este viejo café de la Luna, donde yo pasaba mis tardes gozando del placer de no hacer nada, placer digno de un Papa, y trazando a las veces raro suceso sobre la cuartilla, mis tristes o apacibles devaneos sentimentales. ¡El lugar era tan solitario y tan evocador!
No había una flor en toda la inmensidad de la cuesta; mi fatiga siempre grande, mi carga siempre molesta, y los labios de mi musa no me daban la respuesta... Y mientras yo meditaba sobre la virgen cuartilla, penetró por mi ventana un ave de pesadilla; yo pedí que me cantara un canto de maravilla, y el ave mató la luz de la candela amarilla. Quedó sin nada en la mesa la cuartilla inmaculada.
Su alma, toda su alma está en esa cuartilla de papel como la palma de la mano, que tiembla en la punta del instrumento, sujeta por dos dientes de cobre. «Uno, dos, tres: empiecen.» A eso lo reducen todo esas gentes sencillas; los aires nacionales que tocan, jamás les producen nostalgia... ¡Ay! A mí, que no soy de la charanga, aquella música me entristece y me alejo...
Además, escribía artículos para un semanario social, a razón de diez céntimos la cuartilla, que luego firmaba el director, dando así práctico ejemplo de que la propiedad no es sagrada, ni mucho menos.
Versará el discurso sobre algún asunto importante para la provincia que usted representa. Cabalmente exclamó don Simón, mientras el otro escribía con el lápiz en una cuartilla, sobre el mármol de la contigua chimenea. A ver si es esto dijo a poco rato el periodista, leyendo al diputado lo que había escrito.
No, me contestó con la mayor naturalidad nace allí, dijo señalándome las alturas del Balete, y se llama el pájaro del sol. La modesta cruz puesta sobre la tumba de Hasay, y los gorjeos del pájaro del sol, son una página que claramente dice, que las mujeres en Filipinas aman, y los pájaros cantan. Ya escrita la última cuartilla de esta histórica leyenda, recibo el correo de Europa.
Ilang-ilang de los huertos filipinos a que el alma de mis cánticos se abraza; sé tú el árbol de verdores matutinos que perfume las tristezas de mi raza. Septiembre, 1909. Quedó sin nada en la mesa la inmaculada cuartilla, y yo me dí en pensar hondo pidiendo una maravilla a la luz chisporroteante de una candela amarilla de pena... Quedó sin nada la inmaculada cuartilla.
No se crea por lo anterior que en Marianas no hay mujeres, que las hay y muchas, pero ... pero francamente, y con perdón sea dicho de la Mariquita y la Ángela de M. Arago, entre todas no componen ni una caricatura de las de allá, ni un octavo de cuartilla de las que tan mal empleó el escritor francés al ocuparse de Marianas.
Palabra del Dia
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