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Actualizado: 30 de junio de 2025


Su corazón había de ser vencido por un imperativo de la voluntad, y su amor extirpado cruelmente como raíz que se arranca de cuajo con violenta mano. El problema aparecía a sus ojos cada vez más claro, irresoluble siempre. No basta al hombre querer vencerse: es necesario que le dejen en condiciones de hacerlo.

Simón inclinó la cabeza, se mordió los labios y frunció duramente las cejas. Miguelina comprendió que comenzaba a dudar y adivinó al mismo tiempo, por la contracción dolorosa de su rostro, que sufría el muchacho cruelmente. Entonces le atrajo hacia , le tomó la cabeza entre las manos y le besó con profunda ternura en la frente... ¡Pobre hijo mío! agregó.

Hola, Rafaelillo le decía muchas tardes al verle llegar. ¿Pero por qué viene usted con tanta frecuencia? Nos van a tomar por novios. ¿Qué dirá su mamá? Y Rafael sufría cruelmente; se avergonzaba de mismo, pensando en lo que ocurría en su casa; en las iras que arrastraba para llegar allí. Pero le era imposible librarse de la atracción que sobre él ejercía Leonora.

En un principio anduvo receloso, sombrío, temiendo que su padre le descubriera en los ojos sus abominables pensamientos. Después, atormentado cruelmente, abrumado por ellos, ansioso de hallar remedio a su mal, de una mano que le sostuviese antes de caer en el abismo de perdición, tuvo el valor un día de arrojarse a los pies de su padre y confesárselos.

También por este lado la suerte impía les hirió cruelmente. Fernanda rechazaba con irritación cualquier palabra suasoria que le dirigiesen en favor del indiano. Si observaba que las señoritas tenían dispuestas las sillas de modo que resultase aquél sentándose a su lado, en un instante destruía su combinación yéndose con ademán displicente al extremo opuesto.

Cuando el amo se cansó de dormir saltó del lecho. Ni el más tenue resplandor entraba por las rendijas. Creía haber dormido doce horas lo menos, pero aún era de noche. Abrió una ventana, y su cabeza tropezó cruelmente en la obscuridad; intentó franquear la puerta, y no pudo.

Llegados al puente, no encontraron más que despojos, jarcias destrozadas por el viento, un desorden, en fin, que anunciaba que aquel buque había sufrido cruelmente los efectos del levante. Pero de pronto se oyó un ruido desordenado en el sollado.

Iba sufriendo cruelmente, y no me pasaba siquiera por la imaginación la idea de que podía evitar aquel sufrimiento con sólo volverme atrás.

Un momento después entró ella, encantadora y bella en su traje de luto, con una dulce sonrisa en sus labios y su mano tendida hacia , llena de gusto y placer al volverme a ver. Su cara me pareció que expresaba una viva ansiedad, y la palidez de sus mejillas demostraba cuán cruelmente había sido destrozado su corazón por el terror y las penas.

No tengo palabras para poder dar una idea adecuada de las emociones encontradas que destrozaban mi corazón, ni cómo lo torturaban cruelmente. Hasta ese momento había estado bajo mi protección, pero, ahora que ya sabía que era la esposa de otro, no tenía derecho para ejercer contralor sobre sus actos, no tenía derecho para admirarla, ni tampoco lo tenía para amarla.

Palabra del Dia

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