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Actualizado: 30 de septiembre de 2025
Facundo, después de vengar tan cruelmente a su general Villafañe, marchó a San Juan a preparar la expedición sobre Tucumán, adonde el ejército de Córdoba se había retirado después de la pérdida del general, lo que hacía imposible todo propósito invasor. A su llegada, todos los ciudadanos federales, como en 1827, salieron a su encuentro; pero Facundo no gustaba de las recepciones.
Pero el niño, que no compara, que solo atiende á la sensacion en todo su aislamiento, se espanta y llora, temiendo que se le han de comer las fieras, ó viendo que tan cruelmente se matan los soldados.
Parece que todavía me guarda algún rencor porque me permití descubrir el escondrijo donde amontonaba, como la marmota, lo que iba robando. Estás prevenido contra él gruñe Martín; lo mismo que Gertrudis... Sois injustos, cruelmente injustos con él. Juan mueve alegremente la cabeza; y, señalando con el dedo una puerta que conduce a una habitación de madera, recién construida, pregunta. ¿Qué es eso?
No temas nada, no me apartaré de ti. ¡Ay! no es por mí por quien tiemblo, querida Marta; es por vos que sufro tanto sin ser culpable. Mi madre puede castigarme cruelmente. Eso no es nada; pero, ¿y si se le ocurriera castigar mi falta en vos, en mi presencia? No, no; te estás agitando por un vano temor. Vamos, no podemos hacer esperar a tu madre. Ten calma y sígueme.
Durante muchos días y bien podría decir por espacio de muchos meses, la imagen de Magdalena ofendida y tan llena de angustia me persiguió como un remordimiento y me hizo expiar cruelmente mis faltas.
Hemos sido unos brutos, y ahora, en justo castigo, nos quedamos en la miseria, y muchas gracias si en alguna tienda nos quieren admitir de bestias de carga. Y Cuadros, furioso, iba de un extremo a otro del salón manoteando, gozándose cruelmente en pintar a su discípulo toda la grandeza de su ruina.
Había engordado mucho desde entonces: la seda del pecho, cruelmente estirada, parecía próxima á estallar á impulso de los ocultos y comprimidos globos; la falda, amplia en otros tiempos, se ajustaba como un mallón sobre las caderas.
Iba tras él otro individuo de menor estatura y más edad, vestido como el primero y con un libro abierto en la mano izquierda, al paso que la derecha empuñaba unas largas disciplinas, con las que azotaba cruelmente á su compañero al terminar la lectura de cada una de las oraciones que en francés salmodiaba.
El plato consagrado al P. Irene no pareció famoso y Sandoval lo manifestó así cruelmente: ¡Brillante de grasa por fuera y puerco por dentro! ¡Que venga el tercer plato, la torta de frailes! La torta no estaba hecha todavía; se oía el chirrido de la manteca en la sarten. El intermedio lo aprovecharon para beber y pidieron que Pecson hablase.
Las voces y gemidos de los que cruelmente se herian y mataban, avisaron á muchos que se pudieron poner en seguro, y la codicia de los vencedores, que ocupados en el robo dejaban de matar, tambien dió lugar á que muchos se escapasen.
Palabra del Dia
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