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Actualizado: 10 de julio de 2025


¡Lo que me ha costado todo esto! dijo el contratista con un orgullo pueril . Pero usted, don Ricardo, que es un joven de buena familia y ha visto mucho, ¿no es verdad que lo encuentra muy... chic? Al volver al comedor, una criadita indígena, con larga trenza colgando sobre la espalda, puso en la mesa botellas y copas.

Al señor Villa le abro yo, porque es un caballero muy fino que hace cariñitos a las porteras... Vamos, deme usted una palmadita en la cara, como hace usted con Carmen. La criadita de los ojos negros escapó ruborizada. El comandante se enfadó o aparentó enfadarse.

La señorita Jessy Loudon se ha metido en la avenida Frochot; busca un pabellón, que le ha indicado la portera; llega ante uno de hermoso aspecto cuya puerta de entrada adórnase con una placa de cobre que tiene estas palabras: ANTHIME TALMA, CURSO DE DICCIÓN. Llama; una criadita de repertorio abre la puerta e introduce a la visitante en un amplio estudio adornado con grabados antiguos.

Dentro iba Guadalupe y toda su casa: un lío de colchones, dos sacos para la ropa sucia, una criadita mestiza que se sentaba á sus pies, tres gatos y un perro en la banqueta, junto á la señora, y un loro que se paseaba por la capota recogida, sirviendo de remate trasero á este vehículo triunfal. Todos los automóviles ignoraban la limpieza desde muchos meses.

Por lo visto, la baronesa se dedica al comercio. Cirilo llama; repique lejano. Una criadita, con cara de parisiense, abre. CIRILO. ¿Vive aquí la señora baronesa de Boel? LA SIRVIENTA. , señor. CIRILO. ¿Podría hablar con la señorita Leonie Marchesse? LA SIRVIENTA. No si estará levantada ya. LA SIRVIENTA. Las damas estas se acostaron muy tarde.

Algo dijo, sin embargo, que animó la desmayada conversación de aquella noche. «¿Saben ustedes cuál es una de las cosas que me cargan más en España? La costumbre que tienen las criadas de ponerse a cantar cuando trabajan. Parecía natural que en mi casa me viera yo libre de este tormento. Pues no señor. Tiene mi tía Guillermina una criadita cuya boca vale por dos murgas. No vale mandarla callar.

Pensaba con impaciencia en las largas horas que debían transcurrir antes de que llegase la noche. Estaba resuelta á llamar á Robledo; pero éste, según las noticias de su criadita, se había ido con el comisario á la estancia de Rojas y no regresaría hasta el atardecer. Le era imposible seguir viviendo más tiempo en aquel pueblo. Que se quedase su marido, trabajando en los canales.

Cesó el estertor, como si se cerraran los escapes de aquella locomotora que sonaba a lo lejos; y al quedar la alcoba envuelta en un silencio fúnebre estallaron sollozos y lamentos en toda la casa. Hasta Visanteta y la remilgada criadita lloriqueaban en la cocina al pensar que no verían más al señorito campechano que alternaba con ellas, complaciéndose en obedecer sus mandatos.

La niña, a quien había privado no sólo de sus caricias, sino de todas sus preeminencias en la casa, iba camino de ser una criadita más. En un instante quedó trasformada por completo.

Febrer llegó a casa de «la Papisa»: un zaguán semejante al suyo, aunque más cuidado, más limpio, sin hierbas en el pavimento, sin grietas ni desconchaduras en las paredes, con una pulcritud monacal. Arriba le abrió la puerta una criadita pálida, vestida con el hábito azul de una cofradía y cordón blanco. Esta muchacha no pudo reprimir un gesto de sorpresa al reconocer a Jaime.

Palabra del Dia

godella

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