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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Pero el alma rebelde de Quiroga no podía sufrir el yugo de la disciplina, el orden del cuartel, ni la demora de los ascensos. Se sentía llamado a mandar, a surgir de un golpe, a crearse él solo a despecho de la sociedad civilizada, en hostilidad con ella, una carrera a su modo, asociando el valor y el crimen, el gobierno y la desorganización.

Estos tiempos nuestros están desquiciados, y con el derrumbe de las antiguas vallas sociales y las finezas de la educación, ha venido a crearse una nueva y vastísima clase de aristócratas de la inteligencia, con todas las necesidades de parecer y gustos ricos que de ella vienen, sin que haya habido tiempo aun, en lo rápido del vuelco, para que el cambio en la organización y repartimiento de las fortunas corresponda a la brusca alteración en las relaciones sociales, producidas por las libertades políticas y la vulgarización de los conocimientos.

Si los oprimidos no hubieren tenido donde templar las energías y crearse un alma fuerte contemplando la tierra y sus grandes paisajes, la iniciativa y la audacia hubieran muerto ha muchos siglos. Todas las cabezas se hubieran inclinado ante unos cuantos déspotas y todas las inteligencias hubieran caído en una indestructible red de sutilezas y mentiras.

Se la ve muy poco. Hacen vida modesta. Duplicará el capital en diez años , ¡para agenciar es mucho hombre el Leonés! Un infeliz, un simplón en lo restante; en política no ve más allá de sus narices el pobre; pero ha sabido crearse una fortuna. No tiene sino esa niña y adora en ella. ¿Y crees que no tendrá ya la chiquilla sus amoríos? ¡Bah... es tan joven!

La baronesa de Montauron, en cuya casa vamos a penetrar, siguiendo los pasos de su sobrino el marqués de Pierrepont, era una mujer de mucho talento y gracia suma, pero sin corazón: había hallado, sin embargo, modo de crearse sólida reputación de alma generosa, recogiendo cierta joven huérfana, lejana pariente de su marido, la cual huérfana le servía de lectriz, de enfermera y aun un poco de doncella.

¿Qué voy á hacer desembarcado?... ¿Quién me espera?... ¿Qué negocios ni qué familia pueden interesarme?... Ferragut creyó escuchar un eco de sus propios pensamientos. El, como su cocinero, nada tenía que hacer en tierra... Se aburría mortalmente lejos del mar como durante los meses pasados en Barcelona cuando aún era joven y podía crearse una nueva profesión.

Rosas se hacía adorar en los templos y tirar su retrato por las calles en un carro a que iban uncidos generales y señoras, para crearse el prestigio que echaba de menos. Pero Facundo es cruel sólo cuando la sangre se le ha venido a la cabeza y a los ojos, y ve todo colorado.

Tenía la inocente vanidad de que se le creyese un perezoso, y, en realidad, trabajaba intensamente, sin darle importancia, en un rincón de cualquier cafetín solitario, dando tregua a sus lecturas profundas y eruditas. Dedicó la mayor parte de sus horas a crearse una vida fantástica y únicamente interior, que para él tenía una absoluta realidad, como aquel M. Joyeuse, de Daudet.

Y rápidamente se vió otra vez con todos sus muebles sobre el carro, errante por los caminos, en busca de lo desconocido, para crearse otra existencia, llevando como tétrica escolta la fea hambre, que iría pisándole los talones.... ¡No! El rehuía las cuestiones, pero que no le tocasen el pan de los suyos. Ya no sentía inquietud.

Sea como fuere la humanidad en lo porvenir, cualquiera que deba ser el aspecto del medio que ha de crearse, la soledad, en lo que queda de la naturaleza libre, se hará cada vez más necesaria al hombre que, lejos del conflicto de deseos y de opiniones, quiera fortalecer su pensamiento.

Palabra del Dia

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