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Actualizado: 3 de octubre de 2025
Según mi modo de ver, una mujer que no es algo coqueta no es una mujer. Pues entonces trataré de serlo. Señorita de Lavalle dijo el cura levantándose, pasemos al salón. ¡Bah! pensé, ya está enojado el cura. Sin embargo, no he dicho nada malo. La lluvia había cesado, las nubes se habían dispersado e invité a Pablo a dar un paseo por el jardín.
Y sus ojos, que parecen dos sagitarios brillantes, nos arrojan por el arco de sus párpados soñantes flechas de amor que se clavan, temblando, en el corazón... Figulina delicada, no es frívola ni es coqueta, sino hermana cariñosa de su ardiente fantasía; es mística, cual lo son los ensueños de un poeta que se agrandan como el vuelo de melódica armonía.
Tuvimos el gusto de oír interesantes cosas sobre el socialismo cristiano, los círculos obreros, la protección de los patronos, los retiros y un diluvio de teorías... El caballero habla bien y se expresa con facilidad y hasta con elegancia. El padre Tomás parece que le da gran importancia y le exhibe como una coqueta enseñaría una sortija. La abuela, por discreción, hizo una visita muy corta.
Soy enteramente vuestro, señora. Pues no perdáis tiempo. Guarde Dios á vuecencia. Adiós. Santos salió embriagado, fascinado, loco, porque la condesa, sin concederle nada, sin dar lugar á ninguna suposición de parte de Santos, había sido con él una gran coqueta.
Ella se irritó y hemos estado enfadados una semana entera, con motivo de ese Gerardo, que la corteja sin ocultarse. Encontraba yo que ella aceptaba y hasta buscaba imprudentemente sus galanteos y que se comprometía. Hícele la observación y ella la tomó con altanería e impaciencia. La acusé de ser una coqueta y de hacer doble juego, y ella se indignó, por lo que cambiamos palabras crueles.
En las ancas del caballo Cada cual lleva su bella, El que ufano con su carga Bate el suelo con sobérbia, Mientras que el viento levanta La nevada pañoleta, Que acaricia las mejillas Del ginete á quien estrecha Tal vez por no resbalar... Quizá de puro coqueta.
Luego dirigió una mirada a los pobres muebles y blancas paredes de su cuarto, y suspiró pensando: «¡Quién sabe! ¡El beso de hoy me ha parecido beso de cariño!» <tb> Don Juan se retiró como chico a quien dan cañazo en la escuela. «¿Qué mujer es ésta? se decía al entrar en su casa . ¿La coqueta más temible del mundo, o una desdichada que fluctúa entre el deber y el amor?
Tenía no menos de quince admiradores silenciosos, que iban todos los domingos y fiestas de guardar a lanzarle sus incendiarias miradas en el atrio de la iglesia, cuando salía de misa de nueve. No tenían más remedio que admirarla de lejos, pues ella esquivaba toda ocasión de tratarlos. Sin embargo, no faltó quien la acusara de «coqueta»...
Nos recibió muy amablemente y me dijo: «Usted, amiguita, hará una Gran Coqueta. ¡Lo veo desde la primera ojeada...!» En seguida me rogó muy discretamente que le enseñara mis piernas y me firmó un contrato; en la primera revista, que está en ensayo, debo representar a la hija de Jefté, al Pudor y a la Verdad. He visto los trajes, que son preciosos.
JULIA. Una coqueta no está triste nunca. Otra recomendación: no se muestre jamás aburrida, porque correría usted el riesgo de aburrir. Sonría, ármese de buen humor y siempre llevará usted las de ganar. ¡Ea! ¿Se me olvida algo...? DORA. ¡Oh! Todavía tengo que aprender muchas cosas. No sospechaba que la vida fuese tan complicada... JULIA. ¡Tranquilícese!
Palabra del Dia
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