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Todos cinco venían del Real: hacía muy cerca de media hora que esperaban. ¡Que poca vergüenza tienes, hijo! dijo la Amparo con el hermoso entrecejo fruncido . Y menos aún los que toman en serio tus convites. Chica, me figuré que saldrías más tarde del Real. ¡Eso! que estabas a gusto en casa de mi hijastra, y entonces puedes tener cierta disculpa.

Estos días, los preparativos del baile, el bullicio de la fiesta, le han alejado de nosotros; pero también usted es tan excesivamente inclinado a sus soledades y sus estudios, que nunca se le ve. De los convites, aun de los más íntimos, siempre se excusa; en habiendo alguien de fuera, desaparece usted como por encanto. Y usted, sin embargo, no es huraño, sino cariñoso, afable.

Cuando gustan de música á la mesa ó en los convites, cantan con flautas y bailan los indios, con tanta destreza, que los cristianos estaban maravillados de verlos: en lo demas son como los indios antecedentes.

Desgraciadamente para , el señor de X., que debía divertirnos tanto, gran conocedor de convites, había tenido la habilidad de ponerse malo aquella mañana; el famoso T. se hallaba oportunamente comprometido para otro convite; y la señorita que tan bien había de cantar y tocar, estaba ronca, en tal disposición, que se asombraba ella misma de que se le entendiera una sola palabra, y tenía un panadizo en un dedo. ¡Cuántas esperanzas desvanecidas!

El oro acumulado por el mercantilismo de las repúblicas italianas «pagó según Saint-Víctor los gastos del renacimiento». Las naves que volvían de los países de Las mil y una noches, colmadas de especias y marfil, hicieron posible que Lorenzo de Médicis renovara, en las lonjas de los mercaderes florentinos, los convites platónicos.

No es rico para pagar unos convites con otros, ni es zafio tampoco para pagarlos de otra manera sin el menor disimulo; pero, quizás sin pensarlo, paga los obsequios que recibe y no hay quien le tilde de pique-assiette o de parásito. Los cumpleaños, las bodas y otras festividades le ofrecen ocasión, que él aprovecha, de pagar cumplidamente cuantos obsequios recibe.

Las mujeres ponen mucho cuidado en la fábrica de telas y vasos de tierra, para los cuales dejan por mucho tiempo podrir el barro y labran los vasos tan hermosos y delicados que al sonido parecen de metal. Sus Rancherías están poco distantes unas de otras, y por eso es frecuente entre ellos la comunicación, los convites y la embriaguez.

A ruego de ella, el elegante fósil describía los convites, los bailes, con todas sus magnificencias; el buffet o ambigú, con sus variados manjares y refrigerios; contaba las aventuras amorosas que en su tiempo dieron que hablar; enumeraba las reglas de buena educación que entonces, hasta en los ínfimos detalles de la vida suntuaria, estaba en uso, y hacía el panegírico de las bellezas que en su tiempo brillaron, y ya se habían muerto o eran arrinconados vejestorios.

Alguna vez como con mis vecinos y amigos, y muchas veces los convido; son mis convites limpios y aseados, y no nada escasos; ni gusto de murmurar, ni consiento que delante de se murmure; no escudriño las vidas ajenas, ni soy lince de los hechos de los otros; oigo misa cada día; reparto de mis bienes con los pobres, sin hacer alarde de las buenas obras, por no dar entrada en mi corazón a la hipocresía y vanagloria, enemigos que blandamente se apoderan del corazón más recatado; procuro poner en paz los que que están desavenidos; soy devoto de nuestra Señora, y confío siempre en la misericordia infinita de Dios nuestro Señor.

Estaba en fondos y podía convidar á sus nuevos amigos. Los soldados protestaron, riendo. «¿Admitir convites de una mujerEl único que hablaba bien el francés de todos ellos replicó con alegre protesta: Nosotros somos más ricos que usted. Nosotros cobramos en dólares. Ella miró el puñado de monedas de cobre que tenía en una mano. Céntimos, nada más; pero ¿qué importaba?...