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Actualizado: 28 de julio de 2025
Hacía tres días que los víveres faltaban completamente en el Falkenstein, y Divès no había dado señales de vida. ¡Cuántas veces, durante aquellas largas jornadas de agonía, los sitiados habían vuelto los ojos hacia Falsburgo! ¡Cuántas veces habían escuchado con inmensa atención, creyendo oír los pasos del contrabandista, cuando sólo llenaba el espacio el vago murmullo del aire!
Unicamente Divès y su gente no se conmovían por aquellos sucesos, y sin dejar de galopar, riendo y alborotando, gritaba el contrabandista: Nunca he visto una fogarata parecida... ¡Ja, ja, ja! Hay que reírse mil años... Pero, al poco tiempo, Marcos quedose pensativo y dijo: Todo esto debe venir de Yégof.
Anita me engaña, es una infame sí... pero ¿y yo? ¿No la engaño yo a ella? ¿Con qué derecho uní mi frialdad de viejo distraído y soso a los ardores y a los sueños de su juventud romántica y extremosa? ¿Y por qué alegué derechos de mi edad para no servir como soldado del matrimonio y pretendí después batirme como contrabandista del adulterio? ¿Dejará de ser adulterio el del hombre también, digan lo que quieran las leyes?».
Un visionario de origen obscuro, llamado Colón, reconocía por su patria á la República de Génova. Un contrabandista de las costas de Liguria llegaba á ser Massena, el mariscal amado de la Victoria.
Por medio de un contrabandista que iba y venía con telas de algodón, hacía traer de Lisboa para D. Miguel el rapé más selecto; y, procurando que no le hiciesen mal, le enviaba confites, bizcochos y otras golosinas, a que el cura era muy aficionado. Otro íntimo de más importancia, era el médico D. Anselmo. Y digo de más importancia, por lo que él valía, no porque doña Luz le necesitase.
Todo el que me puedas proporcionar. Puedo proporcionarte hoy municiones por valor de tres mil francos dijo el contrabandista. Las compro. Y dentro de ocho días dispondré de otras tantas añadió Marcos con la misma tranquila voz y la mirada atenta. También las compro. ¡Sí, usted las compra exclamó Hexe-Baizel , usted las compra, no lo dudo!; pero ¿quién las paga?
El alcoholismo, el tabaco, los goces sensuales, la gula, y cuanto constituye un vicio ó un placer se puede servir á domicilio en todas partes del mundo, y solo el chino para proporcionarse el goce de aspirar el humo del anfión necesita hacerlo en un sitio determinado, inmundo y nauseabundo, llamado fumadero, so pena de ser reo de una causa criminal por contrabandista, y de incurrir en la pena de 500 duros de multa, mas las costas ó destinársele á trabajos públicos por cada medio peso que dejen de satisfacer, amén de estar presos mientras se tramitan los allí largos procesos, si no prestan cuantiosas fianzas sujetas á arbitrarias apreciaciones.
¿Si será un contrabandista? ¡Puede ser que sea un contrabandista! dijo el buen lego. Pero no repuso la anciana , porque para hacer el contrabando es preciso tener géneros o dineros, y él no tiene ni lo uno ni lo otro. Es verdad: ¡no puede ser contrabandista! afirmó fray Gabriel. Hermano Gabriel, ¿a ver qué dicen los títulos de esos libros?, puede ser que por ahí saquemos cuál es su oficio.
Era tan profundo el silencio en aquel rincón del mundo, que se oía desde lejos la voz de un hombre, que se acompañaba con la guitarra, no las rondeñas, ni las mollares, ni el contrabandista, ni la caña, ¡ah!, no, sino una canción llorona, ¡la Atala!
¿Y qué? respondía el gigante contrabandista con aire de buen humor a los que le felicitaban . No he hecho mas que cumplir con mi deber. ¿Podía dejar perecer a mis camaradas? Bien sé que la empresa no era fácil; esos miserables cosacos son más astutos que los carabineros; olfatean a una legua de distancia como los cuervos; pero ha sido inútil: a pesar de todo, les hemos despistado.
Palabra del Dia
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