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Actualizado: 20 de junio de 2025
Y ahora os he de hablar de cómo la guerra, que parecía próxima a concluir, se trabó de nuevo con más fuerza; he de hablaros de aquel infeliz y bondadoso rey José, y de su Corte, y de su hermano, y del paso de Somosierra con la famosa carga de los lanceros polacos, y del sitio de Madrid, y de otras muchas curiosísimas cosas; pero todo se ha de quedar para el libro siguiente, donde estos históricos sucesos han de tener feliz consorcio con los no menos dramáticos de mi vida, y todo lo mucho y bueno que ocurrió en el matrimonio de Inés.
Esta planilla, que demuestra comparativamente el movimiento de la poblacion durante los años de 1828, 1829 y 1830, es tanto mas importante, cuanto que presenta los resultados obtenidos sobre una poblacion, de la que ningún miembro puede ser incapaz de contribuir al aumento de la sociedad; primeramente, por la circunstancia de hallarse bajo la zona tórrida y en unos lugares donde se encuentran reunidos casi todos los medios mas eficaces para la reproduccion de la especie; en segundo lugar, por cuanto los curas y administradores cuidan de que no haya, á escepcion de los ancianos, una sola persona que deje de vivir en consorcio .
San Marcos llora; allá le dejo entregado á su viudez, y á los canónigos escandalizados de que Lerma se haya atrevido á tanto: allá se quedan llorando, porque ya no tienen quien les haga llorar... de risa, y yo me vengo aturdido á la corte, porque ya no tengo al lado, en un consorcio infame, á quien me hacía reir de... rabia. ¡Siempre tan desesperado! dijo con acento conmovido la joven.
Lo más censurable que en él había, estaba fundado en el consorcio estrecho, en la combinación fecunda de su imaginación y de su memoria. Se diría que recordaba cuanto inventaba y que inventaba cuanto recordaba. Siempre que contaba algo, lo soñado y lo vivido eran como si fuesen idénticos, apareciendo él de resultas, no embustero, sino poeta.
Fernanda tenía dieciocho años; pálida, de ojos claros y grandes, fríos y como azorados entre las densas ojeras que los sombreaban; en sus labios gruesos que dibujaban una boca que podía llamarse grande sin injusticia, trazábase no sé qué vaga sonrisa, en la que un observador sagaz habría encontrado el amor y el desdén reunidos en un consorcio inexplicable; la cabeza era noble y altiva, sin embargo.
Quitad al hombre la familia, quitad á la familia su inteligencia armoniosa, su consorcio interior, su necesidad más moralizadora y más profunda; haced eso, y despedazareis al mundo. He dicho que la costumbre parisiense lleva en sí un principio de inmoralidad, y para dar una nocion de que esto es así, bastará presentar un ejemplo.
Festejando el raro consorcio de ambas bellezas, Cristela quiso llamarle el príncipe «Unico»... Pero con mucha cordura pensó luego que el nombre de «Unico» se prestaría un poco a las chungas de los liberales y demócratas... Deseosa de librar al niño hasta de la sombra de este pequeño ridículo, le llamó entonces el príncipe «Fénix». Y con tal nombre lo bautizó el gran cardenal arzobispo de palacio, oficiando ayudado por veintitrés monaguillos.
Yo le creo nacido del consorcio de tu vanidad mundana con cierto prurito que proviene sin duda de que al Padre Ambrosio se le fue la mano cuando compuso la poción preparatoria que te propinó antes de remozarte, vertiendo en ella en demasía cierto ingrediente: el zumo de las mandrágoras con que Lía apartaba a Jacob de Raquel y le atraía a su regazo.
No es impropio el llanto en las grandes almas; antes bien, indica el consorcio fecundo de la delicadeza de sentimientos con la energía de carácter.
Cada uno de nosotros se beberá dos copitas, una de cada clase, dirá cual le parece mejor, y brindará luego, así por el futuro consorcio de mi hermana y de Currito el Guapo, como por la gloriosa autonomía y plena libertad de Rosita y de doña Marcela. En efecto, trajeron el aguardiente, y cada uno bebió dos copas. Los pareceres se dividieron.
Palabra del Dia
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