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Actualizado: 20 de junio de 2025


Una mesa que no los tenía completos, sostenía apenas dos docenas de libros muy usados, un tintero y una sombrerera. Allí formaban estrecho consorcio dos babuchas en muy mal estado, con una guitarra, de la cual habían huido á toda prisa las cuatro cuerdas, quedando una sola, con que Alejo se acompañaba cierta seguidilla que sabía desde muy niño.

En el estilo epistolar de San Pablo queda la huella de aquel momento en que la caridad se heleniza. Este dulce consorcio duró poco. La armonía y la serenidad de la concepción pagana de la vida se apartaron cada vez más de la nueva idea que marchaba entonces a la conquista del mundo.

Así se comprende que D. Manuel Guerra, antes citado, diga que, en los autos sacramentales, se granjeó este hombre eminente general admiración, excediéndose á mismo; que su espíritu religioso inflamaba su alma, y su locución, tomando poderoso vuelo, se elevaba como el águila de Ecequiel sobre todos sus contemporáneos y sobre mismo; que tan divinas eran sus invenciones, tan bellos sus pensamientos, tan magníficas sus galas, tan claras sus moralidades, sus sentencias de tan buen gusto, su razón y su fe tan dulcemente unida, y lo útil enlazado á lo bello en tan amigable consorcio, que, á la vez, se quedaba la inteligencia sorprendida y vivamente inflamado el corazón; por último, que el ánimo se sentía lleno, al presenciarlos, de devoción y amor divinos, alegre y humilde, contento é inspirado, y á la par que lisonjeaban los oídos, inspiraban la más santa veneración hacia ese divino sacramento.

Doña Flora de Cisniega era una vieja que se empeñaba en permanecer joven: tenía más de cincuenta años; pero ponía en práctica todos los artificios imaginables para engañar al mundo, aparentando la mitad de aquella cifra aterradora. Decir cuánto inventaba la ciencia y el arte en armónico consorcio para conseguir tal objeto, no es empresa que corresponde a mis escasas fuerzas.

El palacio del Cardenal representaba el consorcio extraño de la cortesanía, de la religion, de la ciencia y del arte: alcázar, iglesia, teatro, pinturas y libros.

Pero el consorcio con el Genio de la muerte, que es el mismo amor, es eterno e indisoluble. La sustancia individual apenas tiene ya valer ni significado. Lo penetra y lo lleva todo, se diluye por la amplitud inmensa del éter y se prolonga en lo pasado y en lo venidero por el tiempo sin término que con la eternidad se confunde.

El hecho resultaba evidente, y quedó también convenido que el caso, sin dejar de ser una indecencia, era al mismo tiempo un acto político: cosas ambas que, según dictamen de peritos, podían aunarse y darse las manos en amigable consorcio, como se las habían dado ya el atleta, el ángel y el ramo de violetas...

Ni mantel, ni tapete, ni bandeja; el único adorno de la mesa son las manchas caprichosas que el vino y la ginebra en feliz consorcio con el polvo han ido dejando con el trascurso de los meses y los años. La estancia es lóbrega, porque la calle del Pozo lo es y porque los cristales emplomados, hace años ya que no se han limpiado, y porque la tarde está declinando.

Ya que te has dignado iluminar con tus rayos á la noble España, y hacerla tan famosa en las letras como en las armas, concediéndole al gran Lope como modelo é ilustre guía, es nuestra segunda demanda que ordenes á los poetas dramáticos no separarse del estilo y de las reglas trazadas á la comedia por aquel hombre eminente, y que lo imiten en su ternura y afectos y en sus gracias originales, y que, además, preceptúes á los que se dan aire de inteligentes en este arte, invocando siempre las reglas, viviendo en la molesta compañía de las obras antiguas del tiempo de Noé, que consideren á la que se titula La noche toledana, como ejemplar y tipo dramático más verdadero y perfecto, ya que en esta pieza se ostentan, en indisoluble consorcio, el arte y la libertad, y la habilidad con la licencia.

Tomáronle luego en hombros, y, al salir del aposento, se oyó una voz temerosa, todo cuanto la supo formar el barbero, no el del albarda, sino el otro, que decía: ¡Oh Caballero de la Triste Figura!, no te afincamiento la prisión en que vas, porque así conviene para acabar más presto la aventura en que tu gran esfuerzo te puso; la cual se acabará cuando el furibundo león manchado con la blanca paloma tobosina yoguieren en uno, ya después de humilladas las altas cervices al blando yugo matrimoñesco; de cuyo inaudito consorcio saldrán a la luz del orbe los bravos cachorros, que imitarán las rumpantes garras del valeroso padre.

Palabra del Dia

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