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Actualizado: 3 de junio de 2025
En Palacio, tan pronto se gastaban millones para recibir a un príncipe extranjero, como un bufón había de prestar dos reales para comprar confites a la reina; los soldados, sin paga, se acuchillaban en las calles, mientras llegaban las nuevas de que el francés o el flamenco nos habían derrotado en los campos y el inglés nos había pirateado en los mares.
No llores, tonta, que eso que has soñado es una mentira muy grande; todo lo que se sueña es mentira, ¡te lo digo yo! tu madre está sana y buena, y un día de estos vendrá a verte. ¿Por qué crees que yo no te quiero? ¿no te acuerdas que el día aquel que llegaste en ese vapor, fuí yo con tiíta a buscarte y te regalé confites?
Viéndose sola en el comedor, se acercó a la mesa, donde aún estaban casi intactos los ricos manjares, los confites, las frutas y los generosos y chispeantes vinos; pero el recuerdo de la voz misteriosa y de la mano invisible la detenían, y la obligaban a contentarse con mirar y oler.
Por medio de un contrabandista que iba y venía con telas de algodón, hacía traer de Lisboa para D. Miguel el rapé más selecto; y, procurando que no le hiciesen mal, le enviaba confites, bizcochos y otras golosinas, a que el cura era muy aficionado. Otro íntimo de más importancia, era el médico D. Anselmo. Y digo de más importancia, por lo que él valía, no porque doña Luz le necesitase.
Ante la sencillez e ignorancia de estas ochenta ingenuas que componen el cuerpo de baile, son iguales todos ellos. Se les conoce con el nombre de abonados, se les sonríe gratuitamente, se cuchichea con ellos en los rincones, se aceptan sus confites, y hasta sus diamantes, como galanterías sin consecuencias y que a nada comprometen a las que los reciben.
Cuando vengan á la iglesia las personas, que han de hacer la representación, no habrá tímpanos, ni atabales, ni trompas, ni música de ningún otro género, ni criado ni criada negra, ni se arrojarán confites ni golosinas de ninguna especie.
Pues, ¿y en Carnaval? Las mascaradas caprichosas, los confites arrojados de la calle a los balcones, y viceversa, el entierro de la sardina, los cucuruchos de dulce de la piñata, todo lo disfrutaba la hija de la calle.
En el tablado que se levantó en la iglesia de la Seo había mas lujo que en las anteriores coronaciones: la imágen del rey de oro aumentaba el aparato. Apenas llegó el rey hizo colacion de confites y vino con los infantes, prelados y grandes señores.
En cambio, si se daban bizcas y el bolsillo se desmayaba, adiós confites y la mantequilla del chocolate y las copitas a las once; nadie comía más que lo estrictamente indispensable para no fenecer de hambre. Además, aquellos días no había quien dirigiese la palabra a D. Jaime, ni aun le mirase a la cara: los castigos eran más frecuentes: el palo andaba listo y la sopa perezosa.
Octavio, á modo de un goloso que, ahito y empachado por los confites, todavía, antes de retirar el plato, lleva las manos á él y se obstina en comer más, preguntaba á la niña blonda con acento melifluo: ¿Me quieres mucho? ¡Pero, hombre, qué matraca eres! ¡Cuántos millones de veces lo habrás oído en tu vida! Es que, vida mía, necesito oirlo hoy otra vez. Nunca lo he necesitado tanto como ahora.
Palabra del Dia
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