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Al parecer, D. Marcelino estaba á la puerta de la tienda, y cuando llegó el carruaje él mismo paró los caballos. Dentro venía el señor conde, la señora condesa y en el pescante dos criados de uniforme.

Entonces, si la Condesa abrigaba esa simpatía, y en el caso de que el Príncipe, como usted, la hubiera notado, ¿no cree usted que cuando comenzó a tratarla mejor fue por miedo de perderla, celoso de Vérod? La mujer abrió los brazos y meneó la cabeza. No podría decirlo, señor. De la rusa, de esa estudiante, ¿qué piensa usted?... ¿Qué venía a hacer aquí?

La condesa lo miró un momento en silencio, como aturdida por la noticia. ¿Huyó? ¿El aya ha huído durante la noche del castillo? murmuró . ¿Por qué? ¿Qué queréis decir? Se aproximó a Mathys con expresión de cólera contenida y preguntó con voz severa: Ha huído con nuestro secreto, ¿habéis dicho, señor? ¿Qué significa esto? ¿Habéis sido lo bastante indiscreto para confiárselo?

Lo único que hacemos es pasar de una hipótesis a otra, ¡Si la Condesa no se ha matado, ha sido asesinada; si no ha sido asesinada, se ha dado la muerte por su mano!

La carta lo decía... la carta que estaba guardada en su bolsillo. Llevó la mano allá y la sacó con violencia. No había claridad bastante para descifrar sus caracteres, pero los tenía bien descifrados. Los estaba leyendo con los ojos del alma tan perfectamente como si los rayos del sol del mediodía cayesen de plano sobre ellos. La linda mano de la condesa había pasado por encima de aquel papel.

La condesa se irritó. Y bien dijo , me desprecias; á nada te avienes; quieres verte libre de ... quieres burlarme; que se pierda, pues, don Juan; piérdete y piérdame yo en buen hora... todo me importa nada. Malhaya, amén, la primera mujer que vino al mundo para producir mujeres exclamó perdida ya la paciencia Quevedo.

La condesa Ninfa, enemiga primero de los hombres, es deshonrada después por el conde de Calabria; se hace salteadora de caminos y comete innumerables crímenes, hasta que, hallándose en peligro de muerte, se le presenta un ángel que le enseña el camino de la virtud, se arrepiente de sus delitos y los expía en un bosque solitario, en donde muere á mano de la duquesa de Calabria, que la atraviesa con un venablo, tomándola por una bestia salvaje.

Doctor, si yo fuera vos, iría a suministrar los socorros del arte a mi tía Cabeza de Vaca en el estado crítico en que la ha puesto la trompa del mayor. Capítulo XX Completamente restablecido ya el niño de la condesa, había llegado la noche que esta señora había fijado para recibir a María. Algunos tertulianos estaban ya reunidos, cuando Rafael Arias entró precipitadamente.

Me había usted prometido traerlo... ¡Es fastidioso!... Querida Condesa, me va usted a guardar rencor por esta decepción, pero no es mía la culpa. El desagrado de la Condesa Vannier era visible a pesar de sus protestas de urbanidad.

Pero el amor humilde, abnegado, suplicante, de la Condesa Florencia, no había servido para redimir a Zakunine, y al pensar en el martirio de la infeliz, el magistrado se negaba a toda indulgencia, reconocía que así como aquel hombre violento había querido la mortificación de ese pobre ser delicado, también podía haber querido su muerte.