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Actualizado: 28 de mayo de 2025


La señora la hizo callar, muy contrariada por el escándalo, y siguieron la marcha, mientras Nelet, alegre por este incidente que rompía lo monótono de las compras, preguntaba como un testarudo a la muchacha en qué sitio la habían pellizcado, y sentía un escalofrío de gusto cada vez que ella, ruborizándose, le llamaba «animal» y «descarado ».

No, Antonio; otro día vendré con menos prisa: he entrado para esperar a Nelet y continuar las compras. Pues entonces bajará ella.... ¡Muchacho, avisa a la señora que está aquí doña Manuela!

; llegará un dia, en que el terreno que se llama hoy Plaza de Toros, será un centro mas rico, más brillante, de una vista más deslumbradora que la actual Puerta del Sol. Llegará un dia en que los coches de la nobleza inundarán el nuevo barrio, para hacer sus compras en los iluminados bazares y en los inmensos almacenes del nuevo Madrid. Vivir por ver.

Del portamonedas de Barbarita, siempre bien provisto, salía el importe, y como hubiera un pico en la suma, tomábase la libertad de suprimirlo por pronto pago. Ea, chicos, que lo mandéis todo al momento a casa decía con despotismo Estupiñá al despedirse, señalando las compras.

Pues me dijeron... Como no le veo hace dos días... ¿Vas de compras para la señora? Son camisetas para el señor conde. ¿De casa de Ramiro?... Déjame verlas, yo también tengo que comprar. La doncella abrió la caja y el marica se puso a examinar el contenido. Son muy finas. Esto es demasiado caro para , hija. , señor, son caras. Pues el señor conde todavía no las encuentra buenas.

Don Antonio sonrió al hacer doña Manuela la pregunta. ¿Don Eugenio...? No dónde estará, pero de seguro que no ha salido del Mercado. En días como éste le gusta presenciar las compras, y pasa horas enteras embobado ante las vendedoras, aunque lo empujen y lo golpeen.

Se interesó en los menores detalles domésticos, reconoció la necesidad de hacer algunas compras, pidió 2.000 francos a su amigo Sanglié, guardó el dinero, y el 20 de septiembre por la mañana partió para Corfú sin haberse despedido de nadie. El día 8 de septiembre, Germana, que había sido condenada sin apelación por la ciencia, equivocó a los médicos y a sus amigos, y empezó a convalecer.

Y el joven la vio cómo se abría paso entre el gentío, seguida de las dos campesinas; como se detenía ante los puestos, acogida por una sonrisa amable de los vendedores cual parroquiana que no regateaba jamás; cómo se interrumpía en sus compras para acariciar los niños sucios y aulladores que las pobres mujeres llevaban al brazo, sacando de su cesta las mejores frutas para dárselas.

, metal terrible, compras la sublime Concepcion de Murillo, pero no la pintas; compras el Quijote, pero no lo escribes; compras el pensamiento de Santa Teresa, pero no lo creas, ni lo juzgas. Compras la chispa eléctrica, pero no sientes su calor divino; compras la flor sencilla y perfumada; pero no sientes su divino aroma. ¡Gime, tirano de mi siglo, gime!

¡Déjala ir! gritó Raquel abrazándola y procurando recobrar la carta. Pero dos golpes sonaron a la puerta de la habitación. Apareció sonriendo Charito, vestida de claro; una rica piel blanca envolvía, bajo el sombrero negro, su rostro ligeramente acalorado. Tomó con efusión las manos de Adriana. Anduvimos hasta esta hora con Muñoz y con mamá, haciendo compras para ti.

Palabra del Dia

ancona

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