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Actualizado: 14 de junio de 2025
Voy a buscar otro más humano, ¿no le parece? ¡Claro! ¡Le dejo la prenda y le pago treinta pesos cuanto más! ¡Es natural!... ¡Vea, si no se ofende..., ocúpeme con confianza!... ¿Qué diablos, para qué son los amigos? Y cierran el trato. A los dos días se presenta el cliente con un amigo que va a comprar la prenda en setecientos pesos y quiere verla.
Unas veces se veía patrono, otras modesto empleado; tan pronto daba dinero á los simples conocidos, como solicitaba un préstamo para continuar sus viajes. Ahora según declaró á Morales desde las primeras palabras se ocupaba en comprar novillos, como representante de cierta casa del Uruguay que fabricaba carne líquida para los niños y los adultos débiles.
«¿Son de cáscara fina? preguntó Miquis al comprar cuatro naranjas . Toma, cómete esta para que se te vaya refrescando la sangre. La fluidez de la sangre despeja el cerebro, da claridad a las ideas...
Inglaterra y Francia volvieron a declararse la guerra, y entonces Napoleón exigió nuestra ayuda. Quisimos ser neutrales, pues aquel convenio a nada obligaba en la segunda guerra; pero él con tanta energía solicitó nuestra cooperación, que para aplacarle, tuvo el Rey que convenir en dar a Francia un subsidio de cien millones de reales, lo que equivalía a comprar a peso de oro la neutralidad.
Pues no, no se necesita, y ahí está la gracia. Se da orden al corredor de comprar tanto o cuanto, y una vez hecha la operación y llegado el día de liquidar, se deducen las ganancias o las pérdidas, y en caso de mala suerte se paga o no se paga. Perfectamente.
Un vestido se toma a crédito, pero los remiendos se pagan al contado. Algunas veces es más fácil comprar un reloj que una col. La duquesa disponía de un resto de crédito que cultivaba con un cuidado religioso, pero, en cuanto al dinero, no sabía cómo procurárselo. El duque de La Tour de Embleuse ya no tenía amigos: los había gastado como el resto de su fortuna.
Y por lo que toca a parroquianos, les tenemos marqueses y condeses, tan buenos como los que entran a comprar en casa de Sobrino. Se trata muy buena gente en este comercio. ¿Ves esta falda? Pues me la regaló una señora que iba a Palacio y trataba casi de tú a los reyes. ¿Ves este corpiño? Pues fue de una cómica muy guapa, de la que hablaron mucho los papeles: ¡ya ha muerto la pobre!
No sé; pero cuando yo te vi, papá, comprar tantas vitalicias, me dije: Esta es la mía; si papá compra, es que el alza es segura y el negocio soberbio. Cállate exclamó don Bernardino fuera de sí, que te calles, ni una palabra más. Y basta; ¡no me pises la Bolsa, y cuidado cómo te portas en el Ministerio!
Si ese primo de Satanás se contentase con hacer el contrabando, aunque esté condenado, se le podrían comprar sus mercancías exorcizándolas; pero el maldito saquea las casas de campo de la costa, roba nuestras hijas y comete profanaciones en nuestras capillas.
¡Oh, cuesta mucho!... ¿Usted quiere comprar? Si usted querés venderme... contestó llanamente Candiyú, convencido de la imposibilidad de tal compra. Pero míster Hall proseguía mirándolo con pesada fijeza, mientras la membrana saltaba del disco a fuerza de marchas metálicas. Vendo barato a usted... ¡cincuenta pesos!
Palabra del Dia
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