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Actualizado: 13 de mayo de 2025
El plan de Llera se estaba desenvolviendo puntualmente: esto es, el duque, después de haber tomado un número crecido de acciones, se ocupaba en producir el pánico entre los accionistas. Hacía ya algunos meses que por medio de agentes secretos compraba acciones para venderlas al instante con pérdida. Gracias a estas operaciones, el papel había bajado considerablemente.
Allí se tuvo por notable caso el que un objeto adquirido se pagase de presente, y el crédito, palanca del moderno comercio, funcionaba con extraordinaria actividad. Todo se compraba al fiado: cigarrera había que tardaba un año en poder abonar los chismes del oficio.
Todos los años compraba un billete entero, por rutina o vicio, quizás por obligación, como se toma la cédula de vecindad u otro documento que acredite la condición de español neto, sin que nunca sacase más que fruslerías, algún reintegro o premios muy pequeños. Aquel año le tocaron doscientos cincuenta mil reales.
El camino que llevaron fué con fatiga y peligro por ser largo y la tierra enemiga, puesta en armas, retirados en lugares fuertes, los frutos recien cogidos de las campañas; con que la comida las mas veces se compraba con sangre y vidas. Hay entre Nicephoro, y Montaner alguna diversidad en la relacion de esta jornada.
Vi que mucha gente compraba una revista de toros y loterías, y esto me sugirió un sin fin de amargas consideraciones.
Me gustaba viajar, y viajaba mucho dentro y fuera de España; me gustaba el llamado «gran mundo» o «alta sociedad», y la frecuentaba en sus salones, en los teatros, en los paseos y hasta en los balnearios de moda, y en el deporte; me gustaban las Bellas Artes, aunque consideradas principalmente como artículo de lujo, y compraba cuadros y esculturas en las exposiciones; me gustaban ciertos hombres de la política y de la literatura, no por políticos ni por literatos precisamente, sino por la resonancia de sus nombres y el atractivo de sus conversaciones, y frecuentaba su trato y los acompañaba en sus círculos y en sus banquetes y en sus tertulias y francachelas... hasta me gustaban los toreros a cierta distancia, y a cierta distancia cultivaba la amistad de algunos de ellos.
Le compraba juguetes caros, le ponía en la mano, para que las rompiera, las figuras de china de la sala y le permitía comer mil golosinas. «¡Ah!, si fueras madre de verdad no harías esto...». «Pues si no lo soy, mejor... ¿A ti qué te importa?». «A mí nada. Dispensa, hija, ¡qué genio!». «Si no me enfado...». «¡Vaya, que estás mimadita!».
A fin de no dar parte en seguida, sin que nadie extrañase la prolongación de su estancia en aquel lugar, D. Jaime dijo que se quedaba una semana más para ver si compraba el olivar que tenía en tratos. Primera traza de un idilio matrimonial Difícil es tener nada oculto en un pueblo pequeño. Todo se sabe en seguida, aun cuando importe que no se sepa.
En cuanto á fumar, todo el mundo lo hace en Italia, hasta las damas de la corte. Su falta de respetabilidad era tan grande como su ignorancia de la economía, que llegaba al descuido más completo. Jamás se preocupó por saber cómo iba á pagar lo que compraba ni con qué haría frente á los gastos de la vida diaria. Mientras tenía dinero, lo gastaba; cuando el cajón estaba vacío, se privaba de todo.
Compraba las mejores efigies que de ellas encontraba, y después de ponerles un rico marco, las colgaba de las paredes de su cuarto. Para hacerlo hubo necesidad de descolgar a Malec-Kadel y a otros varios guerreros de la Edad Media que las tenían invadidas.
Palabra del Dia
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