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Actualizado: 13 de junio de 2025


No, si yo no comparo... Pero, señores, señores, digo yo repetía doña Rufina ¿cuándo ha visto Ana que una señora fuese en el Entierro detrás de la urna con hábito, o lo que sea, de nazareno?... , verlo, lo ha visto. Lo hemos visto en Zaragoza... por ejemplo. Pero yo no si aquellas eran señoras de verdad.... Y además, no irían descalzas dijo Obdulia.

Al entrar en París, las calles solitarias le parecieron llenas de gentío. Nunca había encontrado tan hermosa la ciudad. Vió la Opera, vió la plaza de la Concordia, se imaginó estar soñando al apreciar el enorme salto que había dado en una hora. Comparó lo que le rodeaba con las imágenes de poco antes, con aquella llanura de muerte que se extendía á unos cuantos kilómetros de distancia.

Dante a los nueve años escribía versos a la niña de ocho años de que habla en su Vida Nueva. A los diez años lamentó Tasso en verso su separación de su madre y hermana, y se comparó al triste Ascanio cuando huía de Troya con su padre Eneas a cuestas; a los treinta y un años puso las últimas octavas a su poema de la Jerusalén, que empezó a los veinticinco.

Me comparo entonces a cierto aprendiz de mago de una antigua leyenda, que se propuso evocar y llamar a a un ser etéreo, a una sílfide, a una diosa beatificante, y equivocó las fórmulas, los procedimientos y los conjuros, y suscitó un vestiglo que cayó sobre él, le derribó por tierra y le pisoteó el cuerpo y el alma.

A trechos brillando entre los árboles ó partiendo el camino con una inoportunidad que obligaba á molestos rodeos extendían sus láminas acuáticas unos charcos enormes, todos iguales, de una regularidad geométrica, redondos, exactamente redondos. Desnoyers los comparó con palanganas hundidas en el suelo para uso de los invisibles titanes que habían talado la selva.

Pero todas tenían miedo de ser quemadas y no escribieron sus edades correctamente. Cada una se quitó muchos años. 25 La que tenía noventa, por ejemplo, escribió cincuenta; la de sesenta, treinta y cinco, etc. Recibió el picarón las nuevas cédulas y luego sacó las del día anterior. Había dicho que las había perdido pero no era verdad. Comparó las nuevas cédulas con las otras y dijo: 25

Me parece que respiro con más libertad y me comparo con aquel pobre pajarillo que usted puso con un rosal en el interior de la campana neumática. ¿Recuerda usted? Cuando se le retiraba el rosal parecía pronto a morirse, y cuando se le devolvía parecía también que se le restituía la vida.

Pero no nos vendas. Y, sobre todo, no vayas a figurarte que estoy enamorado de Elena. Si supieras cómo se borra hasta desaparecer la pobre chica cuando la comparo con Luciana... He tenido una prueba muy clara al volver de Bretaña.

Siempre que comparo la casa destrozada, pero sana y bien orientada, situada en un valle ameno como los de Suiza, donde pasé los primeros años de mi casamiento, con esas casas ennegrecidas por el humo, con esas chozas cubiertas de heno y retama, siempre que veo esas mujeres más laboriosas y más resignadas que yo, a pesar de carecer de pan y abrigo para ellas y para sus hijos, me considero demasiado favorecida y privilegiada por la bondad de Dios.

Entre la tierra silenciosa y las mudas tribus del mar, entáblase aquí el diálogo grandilocuente, rudo y grave, simpático, la armónica concordancia del grande Yo consigo mismo, ese precioso debate que es todo Amor. Círculo de las aguas, círculo de fuego. Ríos del mar. Apenas echó la tierra una mirada sobre misma, cuando se comparó y prefirió al cielo.

Palabra del Dia

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