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Actualizado: 9 de junio de 2025


Se puso éste en acecho; y un día en que los dos hermanos platicaban alegremente, Soledad de la parte de dentro del mostrador, Miguel de la parte de fuera, comiéndose una magra de jamón que la munificencia de aquélla le había suministrado, bien ajenos de que pudieran ser sorprendidos, pues Velázquez se había ido á Puerta de Tierra, presentóse éste de improviso.

Explicóse a su vez el espolique para que yo le entendiera, y llegué a convencerme, con ejemplos que me puso de ríos montañeses desbordados a lo mejor sin qué ni para qué, arrollando casas, puentes y molinos en las alturas, y comiéndose en los valles las tierras que debieran de regar, de que bien pudiera ser obra meritoria lo que me había parecido en el Ebro falta imperdonable.

Nació gimiendo; entre gruñidos y pataleos recibió el agua del bautismo, y gruñendo volvió a casa y continuó, sin cesar, muchos días, comiéndose los puños apretados y perneando rabioso, como sapo clavado en estaca, mientras la pacífica y rozagante Verónica, olvidada de su familia en el último confín del hogar, no se moría de hambre porque la niñera cuidaba, de propio impulso, de esos y otros menesteres.

¡Bah! gazmoñillas pronunció Miranda, que en confianza y reserva se permitía su poco de irreligiosidad . Tráenlas los jesuitas embobadas con cofradías y novenas, y andan comiéndose los santos.... Sociedad, poca; cada uno en su casa y Dios en la de todos. No deja, por otra parte, de convenirme, puesto que he menester descanso y método....

Y el muy pillo puso a prueba la de sus padres, porque se entretuvo diez años por allá, haciéndoles rabiar. No se dejaba ver de Barbarita más que en sueños, en diferentes aspectos infantiles, ya comiéndose los puños cerrados, la cara dentro de un gorro con muchos encajes, ya talludito, con su escopetilla al hombro y mucha picardía en los ojos.

No he padecido nunca de ese mal... Bien es verdad que tampoco usted padecería si se hubiera pasado cinco años en el seminario comiendo judías con sal, y arroz averiado: saldría usted de allí comiéndose las correas de los zapatos, como este cura... ¿Es usted cura? No, señor; es un decir: estudio para ello. ¡Ya me parecía!

Por de contado, estas intimidades sólo tenían lugar a espaldas de doña Lupe y muy lejos de doña Casta, pues ni una ni otra habrían consentido que tales temas se trajesen a las honestas y decorosas conversaciones de aquella casa. Enlazadas por la cintura, brazo con brazo, estuvieron un rato las dos mujeres sin decirse nada, comiéndose las yemas y mirando a la calle. De pronto se echó a reír Aurora.

Si hace la mar de tiempo que tronaron. A poco de las trapisondas de marras... Desde entonces su cuñada de usted ha vivido apartada del bullicio, llorando sus faltas y comiéndose los ahorros que tenía, hasta que han venido los apuros. Ha sido una casualidad que yo me enterara. Verá usted... me la encontré hace días... contome sus cuitas... Me dio mucha pena.

¿Qué deseaba usted, caballero? me preguntó comiéndose, como andaluza de sangre, la mitad de las letras. Al mismo tiempo cerró aún más los ojillos para mirarme, levantando la cabeza y ladeándola, como un pájaro que escucha ruido. Volví a repetir mi demanda y la recomendación que traía.

Cuando entro en mi casa y veo al portero en su cuartito bajo, comiéndose unas sopas de ajo con la portera, ¡me da una envidia...! Quisiera mandarle a mi principal y quedarme yo en la portería, aunque tuviera que barrer el portal todas las mañanas, limpiar los metales y lavar la escalera de arriba abajo... Si es lo que digo, me vendría bien encerrarme en un convento y no acordarme más del mundo.

Palabra del Dia

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