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Actualizado: 15 de junio de 2025
Tiene la ignorancia del que no experimenta la realidad de la vida humana, el deseo aturdido y desordenado del que desea experimentar, y la malicia peligrosísima del que anhela una dicha que ignora. Al salir del colegio se figura la colegiala que viene al mundo, se figura que acaba de nacer; y aún á despecho suyo, tiene la volubilidad, los antojos y el ánsia de un niño.
De aquellas cosas que eran el tema de sus conversaciones, todavía no conocía Verónica más que lo que había podido columbrar acompañando a su madre, no muchas veces, al paseo, al teatro, o a tal cual visita o reunión de confianza, si no con la librea de colegiala precisamente, con todas sus rozaduras frescas sobre el cuerpo, y todas las cortedades, fingimientos y desentonos a que obliga ese desairado carácter de crepúsculo invernizo: lo que se ve y se sabe de un espectáculo, mirando por los resquicios de la puerta y oyendo los rumores, del concurso, o leyendo mal y de prisa los contradictorios relatos de los obligados cronistas; parvidades y probaduras que sólo sirven para estimular y enardecer los apetitos.
No he venido sin armas a declararte la guerra. Traigo conmigo el recuerdo de tres años de pasión satisfecha y nunca saciada. Eres libre de oponer a todo eso tus besos fraternales y tus caricias de colegiala. ¿Quizás crees que has apagado el fuego que yo encendí? ¡Espera que yo sople en él, y verás qué incendio! Usted no le hablará.
Parecía la cama de una colegiala. Obdulia la contempló largo rato, como si no hubiera visto jamás cosa más sorprendente. En su rostro se notaban los signos de una emoción respetuosa, la que se siente al penetrar en el camarín donde se guardan las reliquias en las catedrales.
La colegiala, jóven de diez y siete á diez y ocho años, iba con sus padres y dos hermanitos. La niña en cuestion parecia una lela revoltosa. La educacion de los colegios es quizá el inconveniente más grave de la civilizacion de nuestros dias.
Lo que sigue es, palabra por palabra, de la mano que escribió los Apuntes: «Si entrara en los reducidos términos de mi paciencia el propósito de describir mi vida de colegiala con todos sus pelos y señales, larga sería aquí la lista de los lances curiosos en que intervine yo, por las intemperancias incorregibles de Sagrario y por la entereza glacial de Leticia; pero no van por ahí las corrientes que me empujan en este instante; y si menciono los nombres y principales rasgos de carácter de estas dos compañeras, omitiendo los de tantas otras, es porque conservé esas dos amistades durante toda mi vida mundana, y no influyeron poco en la calidad de ella, lo mismo bajo el cascarón de crisálida en el colegio, que cuando volé a mis anchas por el mundo con las alas de mariposa.
Castropardo sufrió otro acceso de hilaridad, y pudiendo apenas decir entre su risa «¡Pues tiene sombra la pregunta!», fue a contar al oído de la duquesa la ocurrencia de la colegiala.
Cuando ayer me declaraste tu pasión, tuve la debilidad de creer en ella, y soñé, inmediatamente, con un amor fiel y puro, con el amor que ennoblece el espíritu y nos incita a las ideas elevadas y a las acciones generosas... Creí volver a los años de colegiala, cuando el mundo se ofrecía ante mi vista como un hermoso fanal trasparente y diáfano, cuando no acertaba a ver en él más que cosas lindas... todo risueño... todo hermoso... Volvía a entrar en la juventud.
Tan pronto discutían los movimientos de la máquina tratando de recordar nociones olvidadas de Física, como rondaban al rededor de la joven colegiala, de la buyera de labios rojos y collar de sampagas, susurrándoles al oido palabras que las hacían sonreir ó cubrirse la cara con el pintado abanico.
Formaban una original pareja el hortera endomingado y aquella muchacha, que por estar cerca su casa iba de trapillo, sin perder por esto el aire de distinción adquirido en la niñez y llevando su cesta con la desenvoltura de una colegiala que comete una travesura.
Palabra del Dia
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