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Había llegado el momento en que la partida necesitaba hacer algo para justificar su existencia. ¿Qué haría? ¿Una simple fiesta militar, o dividirse en dos bandos para batirse en toda regla? El susurro y la confusión indicaban que la falange se hacía a misma aquella pregunta. Bien pronto nadie se entendía allí. La discordia descompuso las filas, y todo eran empujones, codazos, gritos.

Era la calle de los Canónigos, una de las más feas y más aristocráticas de la Encimada. Al obscurecer de aquel día no se podía pasar sin muchos codazos y tropezones por delante de la tienda triste y desnuda de Barinaga. Sus amigos, que habían aumentado prodigiosamente en pocas horas, interceptaban la acera y llegaban hasta el arroyo divididos en grupos que cuchicheaban, se mezclaban, se disolvían.

Creo necesario que experimentes nuestra hambre, nuestra sed, nuestro frio; que presencies los sendos codazos y empujones que nos dan, y el suave y risueño perdon con que los almibaran.

Todos le examinaron de reojo, avisándose su presencia con discretos codazos. ¡El príncipe á aquella hora, cuando los de su mundo estaban aún en la cama!... Instintivamente miraron en todas direcciones, esperando descubrir á alguna señora vestida con recato para este disimulado encuentro matinal. La fama del personaje sólo les permitía suponer una cita de amor.

Entre tanto, Amparo disfrutaba viendo la rabia de sus rivales en la Fábrica, la sonrisilla de Ana, las indirectas, los codazos, la atmósfera de curiosidad que se condensaba en torno de su persona, llegando a tanto su desvanecimiento, que se hacía a propia regalos misteriosos para que creyese la gente que procedían de Sobrado; se prendía en el pecho ramilletes de flores, y hasta llegó a adquirir una sortija de plata con un corazón de esmalte azul, por el retegustazo de que pensasen ser fineza de Baltasar.

Tiene por teatro la calle y los parajes donde ocasional o habitualmente hay aglomeración de gente. Con frecuencia se le oye decir: yo trabajo en el Banco tal, en la estación cual, en el papel sellado, en el correo, en el tramway, en el cementerio, en la plaza, en el remate, dondequiera que haya codazos y apretones. Para el trabajo jamás va solo: lleva dos o tres ayudantes, según la necesidad.

Este anuncio sirvió para que las comadres de la Presa se imaginasen algo nunca visto; y después de la cena empezaron á formarse grupos de curiosos frente á las ventanas iluminadas. Algunas mujeres se ponían una mano junto al oído pura escuchar mejor, imponiendo silencio á las compañeras con sus codazos. Elena, sentada al piano, cantaba romanzas sentimentales mientras iban llegando sus invitados.

Si suben a un tramway tratan de rodear a la persona que han elegido por víctima, y allí son los empujones por el menor motivo, los codazos, los pisotones, con el objeto de distraer al desgraciado candidato y facilitar la obra del artista.

Y los gritos no cesaban: ¡Vamos a desnudarlas! ¡Mueran los ricos! El momento fue horrible; aquello parecía el choque del hambre con la inconsciente insolencia de la hartura. De repente, una de las amotinadas, que estaba en tercera o cuarta fila, comenzó a dar codazos y empellones pugnando por abrirse paso.

Y hubo empellones, codazos, remolinos de cabezas, empujando todos al que estaba delante para ver mejor. A lo lejos, empequeñecida por la distancia, apareció la primera roca, en torno de la cual, como jinetes liliputienses, hacían caracolear sus caballos los soldados encargados de abrir paso.