United States or Vanuatu ? Vote for the TOP Country of the Week !


Así, pues, Cleopatra, ¿reconoces que y las demás mujeres sabinas fuisteis raptadas durante la noche del veinte al veintiuno de abril? ¿No es eso? CLEOPATRA. ¡Ya lo creo! ¡Desde luego no nos fugamos solas! MARCIO. No, veo que no comprende todavía. Señor pro... CLEOPATRA. ¡Esto es demasiado, Marcio!

Lo que son mujeres, Los bandos de Verona, Entre bobos anda el juego, Sin honra no hay amistad, Nuestra Señora de Atocha, Abrir el ojo, Los trabajos de Tobías, Los encantos de Medea, Los tres blasones de España, Los áspides de Cleópatra, Lo que querrá ver el marqués de Villena, El más impropio verdugo para la más justa venganza.

El célebre Vaucanson se ocupa en examinar atentamente la construccion de un reloj de una antesala donde estaba esperando á su madre; en vez de juguetear, acecha por las hendiduras de la caja, por si puede descubrir el mecanismo: y luego despues se ensaya en construir uno de madera que revela el asombroso genio del ilustre constructor del flautista, y del áspid de Cleopatra.

CLEOPATRA. ¡Detenedla! ¿Es posible, Verónica, que ya hayas olvidado a tu pobre marido? VERÓNICA Juro amarle eternamente al pobrecito; pero... ¿por qué no estamos con los romanos? Parecéis turbadas. ¿Qué pasa?... Si no queréis ir a buscarlos, deben venir ellos aquí. No deben ser orgullosos... CLEOPATRA. Bueno, escuchad lo que voy a proponeros, queridas amigas.

Hemos logrado nuestro objeto. Hasta el Cielo se indigna de tal crimen. ¡Vámonos, por tanto, a nuestros penates, Cleopatra! CLEOPATRA. ¡No quiero ir a los penates! LAS DEMÁS MUJERES. ¡No queremos ir a los penates! ¡Abajo los penates! ¡Nos quedamos aquí! ¡Nos insultan, quieren raptarnos! ¡Salvadnos! ¡Defendednos! Poco a poco hacen retroceder a éstas hasta el foro.

CLEOPATRA. ¡Vuestra opinión me tiene completamente sin cuidado! Y no hablemos más del asunto. Os ruego, señor, que nos digáis, leal y francamente, qué queréis de nosotras. Los demás romanos se ríen también. CLEOPATRA. ¡Vaya una respuesta! ¡Es innoble! Os pregunto: ¿Qué queréis de nosotras? ¿Qué esperáis obtener? Creo que no ignoráis que todas somos casadas.

Nuestros raptores estarán encantados, y así les será menos dolorosa la separación. Confieso que el mío me da lástima; le he puesto perdida la nariz. ¡Pero nada más que dos días! Creo que un solo día bastará para que descansemos. Id a hablar con ellos, Cleopatra; si no, se dormirán. CLEOPATRA. Venid un instante. ESCIPIÓN. ¡A vuestras órdenes, señora!

Pero vamos, señora, ¿qué queréis de ? No puedo más. Aunque soy un antiguo romano, vais a hacerme perder el juicio. ¡Cesad de llorar, os lo ruego! CLEOPATRA. Entonces, ¿nos dejáis partir? ESCIPIÓN. ¡Desde luego! Estáis libres. Id en busca de vuestros maridos. ¿Verdad, señores romanos? ¿Pueden partir? EL GRUESO ROMANO. ¡Naturalmente! Que se vayan; raptaremos a las mujeres de los etruscos.

ESCIPIÓN. ¡De ningún modo! ¡Qué pesadez, Dios mío! ¡Marchaos y no temáis nada! CLEOPATRA. Muy bien; ¿pero nos llevaréis en brazos? ESCIPIÓN. ¿Cómo? CLEOPATRA. ¿No comprendéis? Pues es muy sencillo: ya que nos habéis traído aquí, debéis ahora llevarnos junto a nuestros maridos. La distancia es muy larga, y no podemos ir a pie.

No hubo en aquel momento rasgo de casta entereza que no recordara con desprecio. ¿Qué José, huyendo de la mujer de Putifar? ¿Qué Octavio, esquivando a Cleopatra, podían comparársele?