United States or Cayman Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


CLEOPATRA. ¡Claro! ¿No me habéis hecho una pregunta? ESCIPIÓN. ¿Yo? ¿Qué pregunta? Perdonad, señora, mi razón está un poco turbada con motivo de todo esto. CLEOPATRA. ¡Vaya una ocurrencia! ¿Sabéis que eso es ofensivo para ? ESCIPIÓN. ¿Para vos? CLEOPATRA. ¡Naturalmente! Pretendéis haber perdido la razón por mi causa. ESCIPIÓN. ¿Yo? CLEOPATRA. ¡No, que seré yo!

No puedo menos de reconocer que manifestáis un gran respeto por nuestros sufrimientos; pero sois todavía muy joven, y hay cosas que no se os alcanzan. Así, pues, voy a deciros algo que aniquilará por completo vuestra argumentación, y que hasta os hará, de fijo, poneros colorado. ¿Qué se hará de los niños, señor? ESCIPIÓN. ¿Qué niños? CLEOPATRA. Pues los que nos hemos dejado en casa.

ESCIPIÓN. ¡Qué mujeres, Dios mío! Toda paciencia es poca para soportarlas. ESCIPIÓN. ¿Cómo? CLEOPATRA. ¿Palabra de honor de que nos dejáis irnos? ESCIPIÓN. ¡Ya lo habéis oído! CLEOPATRA. ; mas podría ser que no lo dijerais en serio. ESCIPIÓN. Completamente en serio. CLEOPATRA. Y si nos decidimos a irnos, ¿nos cogeréis de nuevo?

Escuchad, queridas amigas, tengo un plan: podemos partir inmediatamente en busca de nuestros maridos. ¡Pero el camino es tan largo y estamos tan cansadas! ¡Tengo los nervios tan excitados! ¡Es natural! ¡Hemos pasado una noche tan horrible! CLEOPATRA. Por eso os propongo que descansemos aquí un par de días. Esto no nos comprometerá a nada.

CLEOPATRA. Juno, pequeña, no podemos ocuparnos de tu soldado; tenemos ahora otros en que pensar... ¿Qué haremos, pues, queridas amigas? Voy a proponeros una cosa... Quiero que se acerquen. No puedo vivir lejos de ellos. Quisiera ver al picaruelo que me ha traído en sus brazos. Exhalaba un olor delicioso a soldado. ¿Dónde está? CLEOPATRA. Mírale, con la boca abierta. VERÓNICA ¡Me voy con él!

CLEOPATRA. No, no merece la pena; no tenemos miedo de vuestro acero. Pero acercaos, no temáis; no os morderé. ¡No sois muy valiente que digamos! Ayer, cuando nos arrancasteis brutalmente de los brazos de nuestros maridos, no erais tan tímidos... ¡Os digo que os acerquéis! ESCIPIÓN. Me felicito, señora... CLEOPATRA. ¡Calla! ¿Os felicitáis?

Le han obligado a volvernos la espalda. Iré a hablar con él. CLEOPATRA. ¡Esperad! ¡Verónica! No se os escapará vuestro chiquillo. Hay que tomar una resolución. PROSERPINA. Por mi parte, es igual que tengamos unos maridos u otros. Allá se van todos. Estoy segura de que lo primero que se me pedirá es una buena cena.

A cien kilómetros trasciende su olor a soldados. Y todos tienen una manera singular de estrecharnos entre sus brazos. Debe ser una costumbre nacional. Cuando yo era aún muy pequeñita, un soldado estuvo en mi casa y me dijo... CLEOPATRA. Señoras, no tenemos tiempo de entregarnos a los recuerdos. Yo sólo quería decir que aquel soldado...

¡Juramos, juramos todas! Pueden hacer con nosotras lo que les la gana; permaneceremos fieles. CLEOPATRA. Ahora estoy tranquila por nuestros pobres maridos. ¡Podéis dormir confiados, caros amigos!... Ahora, queridas compatriotas, designemos, conforme al deseo de esos odiosos romanos, una parlamentaria. Irá... ¡Y les sacará a todos los ojos! CLEOPATRA. No; y les dirá a esos cobardes la verdad.

Tened, bellas sabinas, la bondad de elegir entre vosotras una parlam... CLEOPATRA. No os molestéis en repetirlo: hemos oído vuestro genial proyecto. ESCIPIÓN. ¿De veras? Y, no obstante, hemos hablado quedísimo. VOCES FEMENINAS. ¡Os hemos oído, sin embargo! CLEOPATRA. Id, con vuestra rodilla blanca, a vuestro puesto, y esperad. Nosotras vamos a deliberar... ¡Más lejos! ¡Os lo ruego!