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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Casi todos los días, al sonar las seis de la tarde, despojábase de la gravedad del notario y partía para Maisons-Lafitte, donde había alquilado un chalet, y adonde acudían a verle sus amigos y hasta sus amiguitas. Jugaban en el jardín a toda clase de juegos campestres, y os garantizo que el columpio nunca holgaba.
A la misma clase pueden reducirse estas negativas: ni la codicia ni la soberbia son virtudes; la templanza no es dañosa ni al alma ni al cuerpo, etc. Disyuntiva es la proposicion en que entre dos ó mas extremos se afirmó la existencia de uno. Las acciones humanas son ó buenas ó malas. A estas horas se habrá ejecutado el designio ó no se ejecutará nunca.
En el mundo, y en cierta clase de mundo, sobre todo, el mal suele desconocerse a sí mismo, por esa misma confusión de ideas que en todos los órdenes reina.
Es bien sabido que Coblenza fué en 1792 el refugio de los príncipes y emigrados franceses que conspiraban contra su patria en el suelo extranjero, obcecados por el egoismo de clase ó casta y el furor de las pasiones políticas.
¿Ni siquiera me dejará usted que la bese, como la besa un compañero en escena? Bueno; me besará usted la mano, y entendiendo que el beso no tiene importancia ni trastienda de ninguna clase. Quiere decir que la besaré a usted como los chicos besaban antes la mano a los curas. Igualito.
Porque en cualquier punto donde concibamos colocado un cuerpo, concebimos tambien que se puede mover: describiendo toda clase de líneas; tomando variedad de direcciones, y alejándose indefinidamente del lugar en que se hallaba. Luego á esa capacidad, á esas dimensiones, no les imaginamos límite alguno. Luego el espacio se nos presenta como indefinido.
Primeramente un largo relato de los bienes que aún poseía Jaime antes de partir de Mallorca, esclavos de toda clase de gravámenes e hipotecas; luego una lista de sus acreedores, que era mayor que la de los bienes, seguida de una relación de intereses y obligaciones, enmarañada red en la que se perdía la memoria de Febrer, pero por en medio de la cual caminaba Valls rectamente, con la seguridad de los de su raza para desentrañar los más confusos negocios.
El príncipe se inquieta, adivinando que le va á describir con toda clase de detalles la combinación del portugués, que ya considera suya. Pero el pianista mira hacia el Casino, balbucea, y acaba por interrumpir su relato. Alguien se aproxima, y él sólo quiere hacer partícipe de su secreto al príncipe.
Les atendí, les hice toda clase de favores. «Tengan ustedes cuidado dije muchas veces ; piensen que soy chueta, y los chuetas son gente muy mala.» La mujer reía. ¡Qué barbaridad! ¡Qué atraso el de la isla! Judíos los había en todas partes y eran gentes iguales a las otras. Nos vimos menos, trataron a otras personas.
Al oír la campana, monsieur Jaccotot pareció sacudirse y despertar de un sueño... Dejó sobre la mesa el cuaderno... Sacó el pañuelo del bolsillo faldero del jaquet, pasóselo por la cara, guardolo de nuevo, y salió sin decir palabra... Era la primera vez, en sus doce años de enseñanza en el colegio, que se olvidaba de marcar la lección para la clase siguiente, antes de irse...
Palabra del Dia
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