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Actualizado: 22 de octubre de 2025


Cuando entró en su casa doña Juana de Velasco, duquesa de Gandía, de vuelta de palacio, se encerró diciendo á su dama de confianza: Cuando vengan don Juan Téllez Girón y su esposa doña Clara Soldevilla, introducidlos y avisadme. A seguida se sentó en un sillón, y quedó inmóvil, pálida, aterrada, muda como una estatua.

Núñez supo excitar la risa a su costa de tal manera unas veces, otras meter el bisturí tan adentro en las carnes de los desgraciados ausentes, que aparecían sus pobres entrañas palpitantes a la vista de los regocijados comensales. Clara estaba horrorizada de aquella murmuración insolente, de tanta hiel y tanta injuria.

Recordó que su hermana vivía en Ateca con su familia, y formó su plan. Escribió dos letras y algunos días después Clara entraba en el pueblo con el corazón rebosando de alegría. Benéfica reacción se verificó en su salud, y su espíritu, tanto tiempo abatido por el fastidio y el encierro, se reanimó con el pleno goce de la Naturaleza y el trato de personas alegres que la atendían y la amaban.

Doña Sol no le favoreció sino hasta el punto de hacer notar que su afecto hacia Morsamor no era exclusivo, y siguió otorgando a Morsamor favores más marcados y preferencia más clara. Así acrecentó y emponzoñó doña Sol en el alma de Pedro Carvallo el enojo que Morsamor le Inspiraba.

¡Ah! ¡! recuerdo ese regalo. Yo había dado uno de esos lazos á doña Clara. Pues se conoce que estima en poco vuestros regalos doña Clara dijo el rey , cuando así los da á sus enamorados. ¡Pues si doña Clara no le ha dado á don Rodrigo! ¿Pero cómo le tenía don Rodrigo? La criada, á quien había sobornado don Rodrigo, había robado, por insinuación de éste, á su señora.

¡Vaya! ¡Pues medrados estaríamos si el tío Manolillo, el loco del rey, no conociese hasta las arañas del alcázar! Conozco á mi señora doña Clara desde que era así, tamañita. ¿Y qué se dice de esa dama en el alcázar? ¿Qué se ha de decir? La llaman la menina de nieve. ¿Por lo blanca? Bien pudieran; pero es por lo fría. ¡Fría, y tiene dos ojos que abrasan! Pues ahí veréis.

Tan íntima unión de fenómenos, semejantes en apariencia, y distintos por el tiempo y el espacio en que ocurren, es de gran precio para el examen de aquellas épocas, de las cuales ni quedan documentos auténticos, ni dan clara luz por solas. Por su mediación llega el historiador de ciertos períodos artísticos y literarios á caminar con desembarazo por la senda que lo lleva á la verdad.

¡Claudio! dijo Clara doblando la carta: ¿quién es este hombre? ¡Y quiere entrar aquí! ¡Jesús, qué miedo! ¿Qué debo hacer? ¿Cerrar las puertas? Clara empezó á temblar de miedo; no podía tomar resolución ninguna.

Se saludaron alegremente con un cordial apretón de manos. No entremos en casa dijo Reynoso . Clara anda por ahí cazando y Elena se está vistiendo. Vamos a la glorieta a descansar y tomaremos una copa de vermut o de cerveza, lo que quieras.

No se puede concebir por qué la sensacion de la extension ha de ser mas clara cuando se pasa la mano á lo largo de una barandilla, que cuando se la mira con los ojos. Así tenemos la conciencia de que nos pertenecen tanto la sensacion de la mano como la de la frente.

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