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Actualizado: 10 de junio de 2025
Al pronto no vio nada, sino una gran oscuridad cortada en el fondo por un foco de luz brillantísimo, en cuyo centro estaba expuesto en la custodia el Santísimo Sacramento. Distinguíase al pie del altar una gran masa negra, y salía de ella a intervalos un suave clamor, lento y pausado, que parecía contestar a otra voz más enérgica y acentuada: Ora pro nobis!...
La primera vez que entró a verle fué una tarde en que el enfermo se estuvo desgañitando en un clamor de angustia: «¡Agua..., agua!», como si tuviera las entrañas adurentes y en el pecho lamentable un volcán enceso. Todo callaba en torno a la voz implorante, que llegó a hacerse desmayada y balbuciente como la de un niño.
Disipada en parte la niebla que pesaba sobre su espíritu, pudo fijarse y tomar interés en lo que á su alrededor pasaba. El regocijo y la bulla crecían á medida que avanzaba la tarde. Una agitación tumultuosa reinaba en las calles: de su recinto estrecho salía un clamor profundo como el de un río que se despeña.
12 Cuando ayunaren, yo no oiré su clamor, y cuando ofrecieren holocausto y ofrenda, no lo aceptaré; antes los consumiré con cuchillo, y con hambre, y con pestilencia. 13 Y yo dije: ¡Ah! ¡ah! ¡Señor DIOS! He aquí que los profetas les dicen: No veréis cuchillo, ni habrá hambre en vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera.
Habiendo pasado bárbaramente á cuchillo una nave cargada de peregrinos que venía de la Meca, levantóse un clamor general contra los de su nación y aumentó en todo el Oriente el horror que inspiraba el nombre cristiano, cerrándose con tal acto más y más las puertas del Asia. ¿Es cierto que Magallanes había visto el mar Pacífico señalado en un globo por el alemán Behaim?
Cuando la comprendieron, los unos echaron a correr llevados de un compasivo horror; los otros rompieron a llorar con ese clamor intenso, sonoro, dolorido, que indica en ellos la intuición de las grandes desdichas. Aquello no era una travesura; era algo más. Aquello de que estaba manchado Zarapicos no era el almagre de que se pintaban alguna vez para jugar; era sangre, ¡sangre!
Pero un muchacho, sacando medio cuerpo fuera de la valla, respondió desde abajo, alzando los puños: ¡No! ¡No! ¡Al fuego y a cenar con el Demonio! Entonces nueva explosión de odio santo y homicida estalló en todas las gargantas: ¡Al fuego! ¡al fuego! Y los condenados comenzaron a desfilar entre un clamor sibilante y bravío comparable a la crepitación de un incendio.
14 una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la cerca, y edifica contra ella grandes baluartes; 15 y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel pobre hombre. 17 Las palabras del sabio con reposo son oídas, más que el clamor del señor entre los locos.
Eran una polka y un andante patético, enzarzados como dos gatos furibundos. Esto y los tambores, y los gritos de la vieja que vendía higos, y el clamor de toda aquella vecindad alborotada, y la risa de los chicos, y el ladrar de los perros pusiéronle a Jacinta la cabeza como una grillera. Repartidas las limosnas, fue al 17, donde ya estaba Guillermina, impaciente por su tardanza.
El señorito de Limioso, resuelto y tranquilo, se aproximó a la ventana, alzó un visillo y miró. La cencerrada proseguía, implacable, frenética, azotando y arañando el aire como una multitud de gatos en celo el tejado donde pelean; súbitamente, de entre el alboroto grotesco se destacó un clamor que en España siempre tiene mucho de trágico: un muera. ¡Muera el Terso!
Palabra del Dia
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