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Actualizado: 3 de junio de 2025
Varios años de juventud los pasó embebecido de la joven esposa de un Consejero de Castilla, y gustó mucho en la corte aquello de haber dado dos mil escudos de oro por un lenzuelo manchado en sus sangrías, que le presentó el cirujano. Antonio Pérez mostrábale siempre gran afición, y él contaba con aquella amistad y valimiento para lograr una silla en el Consejo de Italia a la primer coyuntura.
Solicitaron, pues, del célebre P. Machoni, que ocupaba en aquel tiempo el lugar de Provincial de los Jesuitas, la cooperacion de un compañero que les ayudase en estos trabajos. Precisamente acababa de entrar en la Compañia Tomas Falkner, jóven inglés que habia acompañado á Buenos Aires un buque de Cádiz en calidad de cirujano.
Pero aun así, he huído con mucho cuidado de escribir notas por las cuales se me pudiese encasillar junto a Lucas de Valdés y Toro, aquel empecatado cirujano cordobés que en 1630 dió a la estampa un opúsculo perogrullesco intitulado así: Tratado en que se prueba que la nieve es fría y húmeda .
El hijo del cirujano estaba, pues, en franquía, o lo que es igual, tenía asegurado su modus vivendi. Celebrose el triunfo por los dos amigos con una cena y hubo brindis fervorosos en ella y se juraron fidelidad eterna. Poco tiempo después de este suceso, sobrevino otro en la vida de Miguel que dio origen a cambios importantes en ella.
-A fe, Sancho -respondió don Quijote-, que si tú supieras, como yo lo sé, cuán honrada y cuán principal señora era la reina Madásima, yo sé que dijeras que tuve mucha paciencia, pues no quebré la boca por donde tales blasfemias salieron; porque es muy gran blasfemia decir ni pensar que una reina esté amancebada con un cirujano.
Amigo lector: Permítame usted que le dé el mismo consejo con que ya favorecí al amigo de quien he hablado antes. Si alguna vez necesita usted que le operen, llame usted a un medicucho cualquiera. Llame usted a un sastre. Llame usted a un barbero o a un ebanista; pero no llame usted a un gran cirujano... Cuando se decretó en Madrid la vacuna obligatoria, todo el mundo se indignó.
El 14 de septiembre, a las siete de la mañana, los movilizados de Souvigny se reunieron en la plaza principal de la aldea; llevando por capellán al abate Constantín y por cirujano mayor al doctor Reynaud. Los dos habían concebido la misma idea, al mismo tiempo: el sacerdote contaba sesenta y dos años y el médico cincuenta.
El bohemio creyó ver á un cirujano hablando con suficiencia de los misterios de la voluntad ante un cadáver. ¡Qué sabía de la vida este pedante interpretador de documentos muertos!... Cuando se cerró la puerta fué al encuentro de su amigo, que volvía desalentado. Argensola ya no tenía por loco al doctor Julius von Hartrott.
Los rostros de los operados que se ven en los dibujos anatómicos, parecíanle tranquilos, resignados, insensibles al dolor, y preguntábase si tal dosis de valor podía ser compatible con la naturaleza de las almas humanas. Seguía viendo, sobre todo, al cirujano de la página 89, todo vestido de negro, con un cuello de terciopelo en su levita.
Imita a Dios, levantando a su altura a los pequeños y los humildes. ¡Me llama amigo, a mí, que soy un pobre cirujano; y habla de gratitud, cuando me colma de beneficios! ¿Y qué es para él todo ese oro? respondió María ; un hombre que tiene millones, según me ha dicho la patrona, y cuyas haciendas son tamañas como provincias.
Palabra del Dia
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