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Actualizado: 3 de junio de 2025
En los siguientes días no pasó nada; mas vino uno en el cual ocurrió un hecho asombroso, capital, culminante. Teodoro Golfín, aquel artífice sublime en cuyas manos el cuchillo del cirujano era el cincel del genio, había emprendido la corrección de una delicada hechura de la Naturaleza.
Acompañados del Padre jesuita Juan de Soto, que desempeñaba el cargo de cirujano, marcharon pues solícitos los naturales de Santa-Cruz contra los enemigos de los Moxos, y no tardaron en regresar triunfantes.
Isidora se puso las manos ante la cara con muestras de horror. «Es el trabajo más bonito añadió Miquis . Tonta, ¿por qué no se ha de hablar de esto? Si es la realidad, la ciencia... ¿Qué sería de la vida si no se estudiara la muerte? Nada me gusta como la Cirugía, chica. O he de ser un gran cirujano, o nada. Verás.
No soy yo un cirujano de los vuelos de M. Velpeau, o de M. Huguier; pero trataré de hacer volver las cosas a su primitivo estado. El señorito L'Ambert levantose precipitadamente, y corrió al lugar de la lucha, seguido del marqués y de M. Steimbourg.
Una vez en su estancia, y después de unos minutos de descanso, sintió en el costado el fulguroso dolor de otros tiempos. La llaga estaba reabierta. Al otro día el cirujano le prescribió nueva reclusión. Para su dicha, el escudero presentose una hora después, y, habiéndole oído quejarse, se atrevió a decirle: Esto me recuerda un flechazo que recibí en las costas de Trípoli.
Mientras los médicos no curen los resfriados, yo no creeré en la Medicina. A un amigo mío le tenían que operar de la apendicitis. Voy a quedarme arruinado me dijo ; pero no tendré más remedio que acudir a un gran cirujano. Era un amigo querido, y yo me alarmé. No haga usted semejante cosa le respondí . Llame usted a un medicucho cualquiera. Llame usted a un sastre.
Citaremos por último á título de curiosidad, como médicos «especialistas» para que se vea que no es nueva la distinción que hacemos hoy de ellos, á Maestre Fernando cirujano de la Ciudad que reclamaba en 1459 que le pagasen su salario por los servicios que prestaba á la misma, entre ellos, el de ir á la guerra .
«Puede ser dijo Medio pollito con la cresta encendida como la grama , puede ser que encuentre un cirujano diestro que me ponga los miembros que me faltan. Conque, no hay remedio; me marcho.» Cuando la pobre madre vio que no había forma de disuadirle de su intento, le dijo: «Escucha a lo menos, hijo mío, los consejos prudentes de una buena madre.
Corrimos a su encuentro, y me maravillé viéndole gozoso como unas pascuas. «Pero D. Rafael... le dijo mi amo con asombro. Bueno y sano contestó D. José María . Es decir, sano, no; pero fuera de peligro sí, porque su herida ya no ofrece cuidado. El bruto del cirujano opinaba que se moría; pero bien sabía yo que no. ¡Cirujanitos a mí!
Tomó al gato con infinitas precauciones y lo depositó sobre él. Luego, sacando del bolsillo un paquete de vendas, se puso a liarle la pierna rota con la delicadeza de un cirujano. El gato le dejaba hacer como si entendiese que de aquello dependía su salud.
Palabra del Dia
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