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Actualizado: 7 de mayo de 2025


, ; pero en el orden moral... El ciprés es un árbol triste, melancólico; sugiere ideas de muerte, de tumbas, de soledad; evoca el sentimiento del vacío y de la nada. Oye, Inesita: mucho más aún que en lo externo, se parecen esos jóvenes en lo moral a los cipreses. Verás... El ciprés no produce nada, ni siquiera bellotas, que es el fruto de los árboles más humildes en la jerarquía vegetal.

Vago perfume de mejorana y de cantueso subía de los barrancos. Era una tarde calurosa y calma. El cielo, el valle, el caserío, todo se pintaba de púrpura diluida. El mismo ciprés embermejaba hacia el poniente su follaje negruzco.

Esos jóvenes, ayunos de espiritualidad, de cultura, de ilustración, sin inquietudes intelectuales, de voluntad desmayada, abúlicos, son, en una misma pieza, tumba y ciprés. Ya ves, pues, que en lo moral se parecen tanto o más que en su forma externa. La única diferencia consiste en que unos son cipreses plantados y los otros semovientes. Pero hablemos de otra cosa: ¿bailaste mucho?

Ante la suspensión de mi mente, Inés agrega con verba rápida: ¿No recuerda usted que, al irme, la dije que había un ciprés que me perseguía y que...? ¡, hijita! ¿Cómo no? Ahora caigo. Estaba trascordada. Me había olvidado, porque creí que era una broma tuya. , ... broma... no está mala broma. Bromazo ha resultado. Pero... vamos a ver: ¿Quién es el rey de los cipreses? ¿No lo sabe usted?...

El ciprés no parece una obra de la Naturaleza, sino de la mecánica. Los demás árboles, aunque sean de la misma especie, son variados en sus formas, en la estructura de sus ramas y horcajos. Cada árbol tiene su personalidad, su aire propio, su figura individual. Los cipreses, por el contrario, son todos iguales. Visto uno, vistos todos. Como ellos.

Los gorriones perseguíanse en la doble escalinata de la iglesia, y revolando de ciprés en ciprés, iban á posarse sobre la estatua de mármol de San Ignacio. A ambos lados de la avenida que da acceso al monasterio, dos paseos cubiertos de plantas trepadoras, dos túneles de hojarasca, ofrecían su fresca sombra de tonos verdosos.

Fueron de parecer #los gitanos de ir a Sevilla, pero# la abuela de Preciosa dijo que ella no podía ir a causa que los años pasados había hecho una burla en Sevilla a un gorrero llamado Triguillos, muy conocido en ella, al cual le había hecho meter en una tinaja de agua hasta el cuello, desnudo en carnes, y en la cabeza puesta una corona de ciprés, esperando el filo de la media noche para salir de la tinaja a cavar y sacar un gran tesoro que ella le había hecho creer que estaba en cierta parte de su casa.

Sin embargo de que la oscuridad habla tanto á mi corazon; sin embargo de que no hay para una poesía tan grande como un sepulcro; sin embargo de que un ciprés me llama mucho más la atencion que unas pirámides, declaro con pena que he recibido una ingrata impresion.

Tampoco esos mocitos de la «haut» producen cosa alguna; por lo tanto el parecido en este punto es idéntico. El ciprés es triste y melancólico; ello proviene, no del lugar en que se halla, sino de su propia forma; puesto en un parque de rosas es igualmente triste. Este carácter lamentable procede de la monotonía de sus líneas, profundamente aburridoras.

En estas pláticas iban, cuando vieron que, por la quiebra que dos altas montañas hacían, bajaban hasta veinte pastores, todos con pellicos de negra lana vestidos y coronados con guirnaldas, que, a lo que después pareció, eran cuál de tejo y cuál de ciprés. Entre seis dellos traían unas andas, cubiertas de mucha diversidad de flores y de ramos.

Palabra del Dia

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