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Actualizado: 23 de junio de 2025
¡El joyero Simoun! interrumpió otro, pero ¿qué tiene que ver ese judío con las cosas de nuestro país? Y nosotros que le enriquecemos comprando... ¡Cállate! le dijo otro, impaciente y ansioso de saber como pudo vencer el P. Irene á tan terribles enemigos. Hasta había grandes empleados que estaban en contra de nuestro proyecto, el Director de Administracion, el Gobernador Civil, el chino Quiroga...
Corríjase enhorabuena al chino, en lo que de corregir sea, pero considéresele y protéjasele en todo aquello que lo merezca, no olvidándose que las competencias no se vencen con declamaciones, y sí con el trabajo, la baratura y el perfeccionamiento. De Tabaco á Calolbon. Isla de Catanduanes. Su situación. Clima, terreno y productos. Los primeros misioneros. Calolbon. Etimología. Estadística. Clero.
¿Oyes algo? dijo el Capitán al chino. No, señor; pero el fanal parece que quiere pasarnos por popa. Es cierto, muchacho. ¡Ah, si no estuviera tan obscuro!... Pero quizá sea mejor para nosotros, pues esa luz no debe ser la del fanal de un buque.
Nuestra historia hace dos siglos no contiene más que muertes heroicas. «Gloriosa derrota de tal parte.» «Heroico desastre de tal otra.» Por tierra y por mar hemos causado estupefacción en el mundo, arrojándonos con los ojos cerrados en el peligro, presentando la cabeza sin huir, con el estoicismo del chino.
A este ilustre chino deben las españolas el hermosísimo y característico chal que tanto favorece su belleza, el mantón de Manila, al mismo tiempo señoril y popular, pues lo han llevado en sus hombros la gran señora y la gitana. Envolverse en él es como vestirse con un cuadro.
Oiga, chino Quiroga, dijo algo distraido: me encargo de cobrar lo que le deben los oficiales y marineros, déme usted sus recibos. Quiroga volvió á gimotear: no le daban nunca recibos. Cuando vengan á pedirle dinero, envíemelos siempre á mí; yo le quiero á usted salvar.
Andaba algo encogido; tosía al contar su historia. De Petersburgo lo habían enviado á un presidio de Siberia. Al fugarse de él, había atravesado media Asia, solo y á pie, hasta un puerto chino, y allí se embarcó para los Estados Unidos, viniendo luego á París. Esta vuelta al mundo la relataba con pocas palabras, como un simple paseo.
¿Cree usted eso?... Hay discusiones de ciencia y de filosofía que ofrecen iguales o mayores peligros que las enormidades de Kisseler para un entendimiento joven y cándido como el de Elena. ¿Le parece a usted que ha comprendido ni una palabra de toda esa grosera historia?... Como si la hubieran contado en chino.
Un famoso violinista, otro que tocaba un instrumento de madera y paja admirablemente, cuatro hermanos campanólogos, un moro que mostraba dos vacas sabias, un doctor inglés que traía un microscopio, el célebre gigante chino, una foca marina que decía papá y mamá, etc. A todos había protegido don Mateo. Pero su activa campaña de propaganda no les valió gran cosa.
»El comandante hizo ir a Gu-Ly a su presencia, ¿Se representa usted a mi marido frente a frente con el tal chino? Gu-Ly aseguró que los misioneros no tenían novedad, pero que habían infringido las leyes del país, y por lo tanto era preciso que sufriesen seis meses de cárcel. Mi marido quiso verlos y se le ofreció que se los enseñarían a través de las rejas.
Palabra del Dia
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