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Actualizado: 23 de junio de 2025


Aquel señor gordo que ahora le alaba y le habla de la conveniencia de un consulado chino en Manila dando á entender que para ese cargo no podía haber otro que Quiroga, es el señor Gonzalez que se firma Pitilí cuando en las columnas de los periódicos ataca la inmigracion china.

El pueblo entretanto, alebrestado, y creyendo llegada la hora de su degüello, se levantará dispuesto á morir, y como no tiene armas ni está organizado, usted con algunos otros se pondrá á su cabeza y los dirigirá á los almacenes del chino Quiroga en donde guardo mis fusiles.

Para los idiomas con acentos como el español, los libros tienen dos versiones: una versión en ASCII de ocho bits para tomar en cuenta los caracteres acentuados, y una versión en ASCII de siete bits, sin acentos. A excepción, claro, de las lenguas no codificables en ASCII, como el chino, que está codificado en Big-5.

El P. Enrique se instaló muy cómoda y holgadamente en casa de los Marqueses de Villafría, donde Tomás se ofreció para cuidarle; pero el P. Enrique traía consigo un criado chino, llamado Ramón, que le cuidaba con el mayor esmero. Vida del Padre en el lugar

El chino Quiroga me ha ofrecido por él seis mil pesos para regalárselo á una poderosísima señora... Y no son los verdes los más caros sino estos azules. Y separó tres piedras no muy grandes, pero gruesas y muy bien talladas, con una ligera coloracion azul. Con ser más pequeños que el verde, continuó, cuestan el doble.

Tengo el deber de informarles de una circunstancia que seguramente me justificaría, como albacea del finado Galba para rechazar sus pretensiones. Unos meses después de la muerte del señor Galba, un chino que éste había tenido a su servicio, descubrió que tenía hecho un testamento, que se descubrió más tarde entre su documentación.

¡Buena señal! exclamó Van-Stael levantándose apresuradamente . Aprovechemos estos momentos en que tenemos buena brisa del Este para desplegar las velas. Los dos jóvenes, el piloto y el chino treparon por las escalas de cuerda y fueron desplegando las velas.

Era ancho, de madera; tenía la proa como un pico; el bauprés, muy levantado sobre el castillo, a la antigua usanza, con su red para que no cayesen los marineros al andar por las cuerdas. Sostenido sobre la flecha del tajamar ostentaba un dragón chino, blanco y dorado.

Navegamos por un golfo poco conocido y que abunda en escollos coralíferos. Entregó la cuerda de la vela al joven pescador chino y, a pesar de las sacudidas furiosas que sufría la chalupa, se acercó a Cornelio. Miró ante ; pero sólo vió olas monstruosas. Aguzando el oído, percibió distintamente ciertos ruidos bien diferentes a los que producen las olas en medio del mar.

La descripcion del monstruo, el terror del chino, las aguas del río, los cañaverales... Y se presta para un estudio de religiones comparadas. Porque mire usted, un chino infiel invocar en medio del mayor peligro precisamente á un santo que solo debía conocer de oidas y en quien no creía... Aquí no reza el refran de más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Palabra del Dia

rigoleto

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