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Actualizado: 12 de octubre de 2025
Desde el momento en que se suprimió el derecho de primogenitura y la mujer mayor, no casada, fue admitida a gozar de sus bienes, se ha desarrollado, por la fuerza de las cosas, el gusto por el celibato voluntario. Abra usted el Código... No, no dijimos en coro, la cosa no es distraída. Pues bien, no le abran.
Creo dijo Genoveva, que lo que más ha contribuido a dar un aspecto ridículo a la solterona, es la inconsecuencia de algunas de ellas las recalcitrantes del celibato, como tú las llamas, que tienen la mala costumbre de gritar sus penas al primero que se presenta, y de ir de puerta en puerta pidiendo un marido. ¡De puerta en puerta! murmuré sorprendida... Pregunta a mamá interrumpió Genoveva.
M. de Lamartine era el que debía posesionarse de la inmensa fortuna de mi familia: estaba enamorado de la señorita de Saint-Huruge, pero no siendo ésta suficientemente rica, el matrimonio no se llevó a cabo, y él ha preferido el celibato a casarse con otra mujer.
La abuela, de acuerdo con el mundo, no las quiere nada, aunque tenga una profunda amistad con algunas de ellas... La abuela estaría enteramente desolada si yo me quedase soltera. Comprendo que la buena señora desee establecer a usted, pero en fin, ¿qué reprocha al celibato? Confieso que no veo bien el por qué de su animosidad, aunque me dé cuenta del de su preferencia.
Para Momaren, la mejor de las esperanzas era que su hijo viviese como él no supo vivir: observando el celibato, que conviene á toda mujer de estudios, pensando únicamente en la gloria propia y en el porvenir de la humanidad, sin caer nunca bajo la tiranía del hombre. Un sabio que desea ser verdaderamente fuerte necesita despreciar el amor.
Francisca me hacía una pregunta y yo respondo... Los profesores están hechos para responder añadió el cura con una buena sonrisa. Decíamos, pues dijo reanudando el hilo de sus ideas, que Marcel Prevost se ocupaba en la cuestión del celibato y va hasta aconsejar que se eduque a las muchachas para ese estado.
No exclamó la abuela, no hubiera creído jamás que un apóstol, que un santo, aconsejase el celibato mundano... Y en esto tiene usted razón respondió el cura. Tan lejos ha estado San Pablo de hacer la solterona, que no se encuentran muchas en los primeros siglos del cristianismo, ni en la Edad Media ni, siquiera, en los tiempos modernos.
Ese asunto le es a usted antipático y voy a tratar de reemplazar a usted. Creo continuó, mirando a la Sarcicourt, que una de las primeras razones que impulsan al celibato es la abnegación. ¡La abnegación! exclamó la Roubinet con todo el ardor de una persona que nunca ha sabido lo que es eso. ¡Qué poesía en ese motivo!... ¡Qué suavidad!... Hay muchos géneros de abnegación hizo observar Genoveva.
Ya se me está agotando la paciencia a vuestro respecto, viéndoos siempre empollando un huevo huero, como si no hubiera otros en el mundo. Conque no se case una de las dos hermanas basta, y yo haré honor al celibato, porque Dios me puso en el mundo para eso. ¡Vamos! ahora podemos bajar. Estoy realmente tan bien entrazada como puede estarlo un espantajo.
He querido dar a usted parte de esta causa de celibato, más frecuente de lo que se cree. Nosotros, los hombres, somos con frecuencia tímidos. ¿Por qué no confesarlo? »Reciba usted, señora, el testimonio de mis respetos.
Palabra del Dia
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