Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de octubre de 2025
Cuando una mujer no está llamada a la más perfecta de las vocaciones, que es la religiosa, es que Dios la llama al matrimonio. No hay vocación del celibato. El matrimonio es indispensable para las mujeres destinadas a vivir en el mundo. Piensa, Magdalena, que la mujer no es nada por sí misma... ¿Nada? ¿Yo no soy más que una apariencia? Soy muy real, te lo aseguro. Nada en lo moral, hija mía.
»Con estos principios, permito a mi nuera que baje a la tertulia y platique con personas finas y juiciosas sobre asuntos profanos, porque una muchacha destinada al siglo y a dar lustre a una gran casa como la suya, no debe ser criada con aquel encogimiento y estrechez que tan bien sienta en la que sólo ha de vivir en su casa, bien reducida a un decoroso celibato, bien instruyéndose para servir a Dios en el mejor y más perfecto de los estados.
El divorcio y la inseguridad en el matrimonio prosiguió la Fontane, provocan igualmente la vocación del celibato en algunas muchachas... Lo que pasa en el mundo es verdaderamente espantoso... ¡Qué negro abismo! exclamó la Melanval. «Corromper y ser corrompido, ha dicho Tácito, es lo que se llama el siglo» dijo la Roubinet orgullosa de su frase.
Influida todavía por siglos de hostilidad contra el celibato, la mujer tuvo que sublevarse contra tal abandono. Hay que confesar que todo concurría a hacerle la resignación difícil.
Para formar juicio de las palabras de Lutero sobre el celibato, servirá no poco el saber que quien habla es un fraile apóstata, casado con Catalina de Boré; y quien haya tenido paciencia bastante para ruborizarse mil veces hojeando las impudentes confesiones de Rousseau, será bien poco accesible á ilusiones, cuando el filósofo de Ginebra le hable de filantropía y de moral.
Cuidarla murmuró Francisca con irónica piedad. Pero esos hombres son tan detestables enfermeros... Es cierto dijo la abuela, que se debería vigilar escrupulosamente la salud de la mujer lo mismo que la del hombre en todos los matrimonios, y, en caso de incertidumbre, prohibirles una unión llena de peligros. ¡Cómo! exclamó asombrada. Ahora es la abuela partidaria del celibato... ¡Qué conquista!...
Hasta hay mujeres que se dicen bien educadas que llegan a decir palabrotas... Pero no hablemos de esas monstruosas excepciones. El matrimonio es un gran sacramento, es verdad, pero sería pueril reconocerle la facultad de dar a las que le reciben inteligencia, dulzura y virtud. Existen las agriadas del matrimonio, como las agriadas del celibato.
¿También merecían ser ahorcadas?... A medias, para que se les pasase el gusto del celibato. ¡Qué antigua eres, abuela!... Razonas como los pueblos paganos. Cuestión de atavismo. Durante siglos y siglos se ha considerado el celibato como impío, y me ha quedado algo. Pues bien, yo también siento el atavismo. Tú eres de la generación nueva, y con esto está dicho todo.
El desprecio y la abyección en que viven las mujeres sin marido le dan desde luego en el mundo una muestra de lo que tendrá que soportar en el otro. No puede considerar el celibato más que como la más terrible desgracia, la única que compromete al mismo tiempo el mundo y la eternidad.
Así, por ejemplo, veo sin microscopio que si Francisca y Petra, sin contar otras amigas en el mismo caso, no llegan a casarse, serán ciertamente solteronas involuntarias, recalcitrantes del celibato. Es igualmente visible a simple vista que si Genoveva y yo no nos casamos, pasamos inmediatamente a la categoría de solteronas voluntarias.
Palabra del Dia
Otros Mirando