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Seguramente que el tejedor querría lo mejor para la niña porque se había dado tanto trabajo, y estaría contento de que una suerte tan grande le cayera a Eppie. Esta misma le quedaría siempre reconocida a su padre adoptivo y éste sería bien atendido hasta el fin de su vida, como lo merecía por su noble conducta para con la criatura.

El Padre Montero me miró con extrañeza y que sus trémulos labios iban a formular una pregunta; pero en ese momento el ave movió las alas, que brillaron a la luz del ocaso, como si cayera una cascada de gemas dentro de una hoguera, y tendió el vuelo en dirección nuestra.

La luna sale, parece algo así como un plato de oro, enredado entre las ramas de los sauces; después sube, se pone arriba del árbol, tocando todavía las últimas hojas, y en la corriente del riacho se forma una claridad como si cayera oro en la corriente. comprenderás qué divino era aquello con la serenidad de la noche, para dos enamorados como ellos.

Acaso el tomo cayera en manos de un hombre zafio y rudo. ¡Vaya usted a saber si un escribano, un comerciante, un militarote, tendrán sensibilidad para apreciar la candorosa impaciencia de Cloe en Las Pastorales, de Longo, o la exquisita voluptuosidad que hace palpitar el corazón de la Sulamita en el divino Cantar de los Cantares!

Además, siempre les había profesado cierto desprecio inculcado por el rector su maestro; el desprecio que los ascetas sienten hacia todo lo que se relaciona con la materia. Así que tales descripciones le cogían de nuevas. El libro era célebre en el mundo científico; había oído hablar de él; pero nunca cayera en sus manos hasta entonces. Titulábase Cosmos; su autor, Alejandro Humboldt.

Hoy me encontré al Sr. D. Carlos Moreno Trujillo». Quedose Doña Paca suspensa, y poco faltó para que se le cayera de las manos el plato que estaba lavando. «D. Carlos... Pero ¿has dicho D. Carlos? Y qué... ¿te habló, te preguntó por ? Naturalmente, y con un interés que... ¿Es de veras?

El hombre se dice entónces á propio lo que decirle pudieran los demas; asiste á la escena que se representaria, si el lance cayera en manos de un adversario de chiste y buen humor.

Era él... Y la viuda, ante la realidad, no experimentó la emoción de momentos antes. No podía dudar. Era Teulaí, el bárbaro de sonrisa traidora, que la miraba con aquellos ojos más molestos y crueles que sus palabras. Contestó con un ¡hola! desmayado, y ella, tan grande, tan fuerte, sintió que las piernas le flaqueaban y hasta hizo un esfuerzo para que el niño no cayera de sus brazos.

MARTÍN FIERRO 1110 Dios guarda entre sus secretos el secreto que eso encierra, y mandó que todo peso cayera siempre en la tierra; 1111 y sigún compriendo yo, dende que hay bienes y males, jué el peso para pesar las culpas de los mortales. MARTÍN FIERRO 1113 Moreno, voy a decir, sigún mi saber alcanza: el tiempo sólo es tardanza de lo que está por venir;

No se diga más, sino que fue de manera que se alzó de nuevo en los estribos, y, apretando más la espada en las dos manos, con tal furia descargó sobre el vizcaíno, acertándole de lleno sobre la almohada y sobre la cabeza, que, sin ser parte tan buena defensa, como si cayera sobre él una montaña, comenzó a echar sangre por las narices, y por la boca y por los oídos, y a dar muestras de caer de la mula abajo, de donde cayera, sin duda, si no se abrazara con el cuello; pero, con todo eso, sacó los pies de los estribos y luego soltó los brazos; y la mula, espantada del terrible golpe, dio a correr por el campo, y a pocos corcovos dio con su dueño en tierra.