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En su marcha cautelosa, torcía el rostro hacia el lado del mar, bajando los ojos como si temiese ser visto.

Pero a los diez minutos de bajar a tierra, estaba ya borracho, con nueva contrata, y se encaminaba tambaleando a comprar extractos. Ahora bien, no podía ser sino allí. Yaguaí olfateó la piedra un sólido bloque de mineral de hierro y dió una cautelosa vuelta en torno. Bajo el sol a mediodía de Misiones, el aire vibraba sobre el negro peñasco, fenómeno éste que no seducía al fox-terrier.

A pesar de la semiobscuridad del templo, llamó la atención del último un bulto que se recataba tras las columnas de la vasta nave. De pronto, la misteriosa sombra se dirigió con pisada cautelosa hacia el escabel del virrey; y acogotando a éste con la mano izquierda, lo arrojó al suelo, a la vez que en su derecha relucía un puñal.

Sospechaba quizás que en su ausencia los tunantes hablaban de otro asunto, y se alejó con ánimo de volver y aproximarse cautelosa. «Y aquel hombre... ¿quién erapreguntó el Delfín que sentía el ardor de una curiosidad febril. ii

Alicia volvía á serle antipática cada vez que intentaba resucitar sus antiguas gracias de perturbadora de hombres. Vagaron más de media hora por los diversos planos de los jardines. De vez en cuando, Miguel, al pasar por un claro de la arboleda, lanzaba una mirada cautelosa hacia la «villa». Nadie en las ventanas; pero él presintió una agitación interior á causa de esta visita.

Vio agitarse los matorrales como movidos por una bestia obscura, cautelosa y maligna. Allí estaba el enemigo. Primero avanzó la cabeza, luego el busto, al fin sacó las piernas de entre el ramaje crujidor.

Su gracia y su hermosura, realzadas por la gravedad de los semblantes; la coquetería de sus movimientos al volver las hojas de los libros llenos de cifras y blasones; el modo de liarse a la muñeca los rosarios que parecían joyas; el inclinar la cabeza sobre el pecho anheloso, mirándose de reojo los pliegues de la falda; alguna tosecilla rebelde, rastro de los escotes del invierno, y alguna sonrisa cautelosa dirigida hacia las laterales de la nave, todo delataba una devoción superficial, elegante, frívola y mezquina; piedad exenta de grandeza, manchada de reminiscencias mundanales.

Pero si en el castigo venero y acato tu justicia, te doy gracias por tu misericordia. ¿Qué no merecía yo por mi delito? Mi indigno cálculo ha sido desbaratado; mi insano sofisma se ha vuelto contra : yo mismo he quedado envuelto en la red cautelosa que había tendido. »Harto lo reconozco ahora. La concupiscencia del espíritu es la peor de las concupiscencias. Repugna por anti-natural.

El grado de perfección íntima que vamos alcanzando lo debemos, más que a nuestro propio esfuerzo, a la crítica de los demás, a la murmuración. Su mismo carácter discreto, silencioso, en voz baja, hace que sea más eficaz. Una crítica franca, clara, en voz alta, nos exaltaría, induciéndonos a la rebeldía, más que a corregirnos. A pesar de su índole cautelosa, la murmuración corre mucho.

Contemplábala Augusto sin saber por dónde empezar su empresa caritativa, cuando D. José se le acercó y con voz cautelosa le dijo: «Amigo Miquis, hoy no hemos comido. Día tremendo es hoy...; ya puede usted suponer por qué está tan afligida». Augusto dio dinero a Relimpio para que trajese con qué arreglar una buena comida, y quiso tranquilizar a Isidora y obligarla a que se acostase.