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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Jugaba pensando en él; el dinero era para él; ¡pero el amor!... Parece imposible que haya podido hacer todo eso mientras mi hijo estaba prisionero y yo carecía de noticias. ¿Qué fuerza demoniaca me empujó?... Y Dios me ha castigado; y si no es Dios, el que sea: la fatalidad, un poder misterioso que nos hace expiar nuestras faltas, llámese como se llame.
Carecía de voluntad: el «servicio» la había convertido en un autómata. Y aquí estoy; sospechando que tal vez marcho á la muerte, pero cumpliendo los encargos que recibo; esforzándome por ser grata y retardar de este modo el cumplimiento de su venganza... Soy como un condenado que sabe que va á morir y procura hacerse necesario, para demorar unos meses su sentencia.
Es muy peligroso dejarse dominar por las impresiones de los otros. Yo había juzgado mal y sin conocer la obra ni a su autor; pero confieso que me equivoqué y me arrepiento de ello. 10 de julio. Ayer me dijeron que una pobre mujer carecía de pan y que tenía muchos hijos que alimentar.
Todo lo que podía sisar y hurtar traía en medias blancas, y cuando le mandaban rezar y le daban blancas, como él carecía de vista, no había el que se la daba amagado con ella, cuando yo la tenía lanzada en la boca y la media aparejada, que por presto que él echaba la mano, ya iba de mi cambio aniquilada en la mitad del justo precio.
Por la noche los Bringas y algunas personas de las pocas que en la ciudad habían quedado, solían sacar sillas a la terraza, y formaban en el lado del Norte un grupo que no carecía de animación. Cándida no faltaba nunca.
Y con los codos se abrió paso entre la muchedumbre, despegándose de la espalda de Spadoni, que seguía con ojos de hipnotizado los tesoros crecientes de la duquesa. Lubimoff dió un paseo por el salón. Despreciaba el egoísmo de Alicia, pero carecía de fuerzas para marcharse. Necesitaba estar cerca de ella; quería convencerse de hasta dónde podía llegar su insensibilidad.
Un soplo, un rayo de luz, una sensación bastarían para animar la hermosa piedra, que teniendo ya todas las galas de la forma, carecía tan sólo de la conciencia de su propia belleza, la cual emana de la facultad de conocer la belleza exterior. Parecía tener veinte años, y su cuerpo sólido y airoso, con admirables proporciones construido, era digno en todo de la sin igual cabeza que sustentaba.
Paz, después de saludarle, no se atrevió a desplegar los labios: carecía de experiencia en tales achaques; pero su instinto femenino le decía que no era ella quien debía hablar primero, y apoyándose en el marco del balcón dejó pasar unos instantes.
Carecía de olivares y de viñas, pero había hecho algunos ahorrillos, que, según la voz pública, pasaban de doce mil reales, y que iban creciendo como la espuma, porque los tenía dados a rédito a personas muy de fiar, y al diez por ciento al año, porque como era mujer muy temerosa de Dios, de muy estrecha conciencia y muy caritativa, no quería pasar por usurera.
Excusamos advertir que la religión de un español de aquella época no carecía del exclusivismo, que caracterizaba á su país y á su siglo. Antes de ser eclesiástico había buscado Lope de preferencia el asunto de sus composiciones en el seno de la religión. Los Pastores de Belén, impresos por vez primera en 1612, fueron escritos durante su segundo matrimonio.
Palabra del Dia
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