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Actualizado: 12 de junio de 2025


La razón aducida por el acusador y referida a Ferpierre por el juez de paz, es decir, la maldad de los nihilistas, carecía de valor mientras no se encontrara acompañada de un móvil más particular y eficaz. Destruir una vida por el solo placer de destruirla, no era propio de nihilistas, sino de locos.

El anciano médico me llevó a un rincón, y allí, de pie, con las manos cruzadas siempre sobre los riñones, siguió hablándome de pintura. Confesaba que su galería no era de las más ricas y, sobre todo, carecía de firmas acreditadas; pero estaba seguro, en cambio, de poseer obras notabilísimas, dignas de inmortalizar a sus autores.

Cierto es que el cocinero mayor carecía de todo punto del valor suficiente para ponerse delante de Guzmán y decirle: Os voy á matar porque me habéis herido el alma. Montiño se estremecía de miedo al pensar solamente que podía verse en un lance singular con el sargento mayor. Pero Montiño tenía medios indirectos. El primer medio que se le ocurrió, fué el señor Gabriel Cornejo.

No le gustaba discutir y reía rara vez, pero su sonrisa estaba llena de una gracia afable que no carecía de grandeza. La alegría, convengo en ello, le hubiera sentado mal. Intentad representaros un don Quijote joven, vestido de frac. A primera vista no se distinguía más que por sus negros bigotes, puntiagudos, lustrosos.

Don José había nacido para empleado; su escasa inteligencia no le permitía el lujo de tener ideas propias, y además carecía de carácter e iniciativa para exponerse a ser mártir por meterse a reformar rutinas.

La Feliciana se alegraría de hablar con el señor Polo, que la había visto nacer. Transcurrió algún tiempo, sin que nuevos encuentros viniesen a recordar a los dos amantes el grave trastorno que habían causado con su fuga en la vivienda del cazador. Isidro carecía de trabajo; pero aún duraba en las prudentes manos de Feli una parte del dinero del marqués de Jiménez.

11 cuando los oídos que me oían, me llamaban bienaventurado, y los ojos que me veían, me daban testimonio. 12 Porque libraba al pobre que gritaba, y al huérfano que carecía de ayudador. 13 La bendición del que se iba a perder venía sobre ; y al corazón de la viuda daba alegría. 14 Me vestía de justicia, y ella me cubría como un manto; y mi diadema era juicio.

En su mirada opaca, distraída, leíase bien que había pasado por muchos casos raros y terribles, que había tratado gente de la más opuesta condición social y que no carecía de inteligencia y sagacidad. Era un hombre habituado al dominio, no tan sólo por su posición, sino por su valor, del que se decían cosas pasmosas en Sevilla.

Y el pobre Silas sentía algo que no carecía de parecido con los sentimientos de esos hombres primitivos, cuando, impulsado por el miedo o por su humor sombrío, huían de ese modo las miradas de una divinidad enemiga.

Hallaba muy hermoso el entrar en el Paraíso de un salto heroico, pero pensaba que era muy dulce avanzar hacia la eternidad tranquilamente y sin prisa. Carecía de los impulsos que inspiran el deseo de la muerte, para ver más pronto a Dios. Absolutamente: estaba decidido a irse sin murmurar, cuando llegara su hora, pero deseaba sinceramente, que llegara lo más tarde posible.

Palabra del Dia

rigoleto

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