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Actualizado: 3 de mayo de 2025
El tiempo había calmado bastante: por barlovento se veían algunos navíos desmantelados, y dos de ellos, ingleses, hacían fuego sobre el Santa Ana, que se defendía al amparo de otros dos, un español y un francés. No me explicaba aquel cambio repentino en nuestra situación de prisioneros; miré a popa, y vi nuestra bandera flotando en lugar de la inglesa. ¿Qué había pasado?, o mejor, ¿qué pasaba?
Algunos minutos después, vinieron a avisar al joven que el enfermo lo llamaba; la señora Aubry intervino, inquieta: Mi querido Juan, si le hablas de asuntos esta tarde va a agitarse y no dormirá en toda la noche. No tema nada, querida señora, voy a tranquilizarlo; es mejor, casi, que lo vea antes de irme. Cuando haya concluido de explicarme todo, se encontrará más calmado.
Al verlo, cualquiera habría reconocido en él al gran señor y al hombre galante, nadie al revolucionario. Su semblante, primero descompuesto por la desesperación en presencia del cadáver de la amiga, después por la ira causada por la acusación de Vérod, se había calmado y llevaba el sello de una profunda tristeza. ¿Usted es el Príncipe Alejo Petrovich Zakunine? ¿Dónde nació usted?
Entonces, ¿por qué desde el último naufragio, ya sabes, aquel lugre que se estrelló contra la costa, atraído por nuestras señales engañadoras... por qué tengo una fiebre ardiente y pesadillas espantosas? En vano he bebido tres veces, a media noche, el agua de la fuente de Krinoëck; en vano me he frotado con la grasa de una gaviota sacrificada en viernes; nada, nada, me ha calmado.
Tan sólo cuando la efervescencia de los saludos hubo calmado, Amalia la cogió sonriente las manos y exclamó mirándola de arriba abajo: ¡Sabe usted que son muy elegantes los trajes de duelo en París! Fernanda hizo una mueca de desdén.
Yo jamás le he hecho nada malo, si se exceptúa el no querer llamarme barón de Pontournant y dejarla para vestir imágenes.... No puedo hacer más que ofrecerme á estrechar su mano ... Y te doy mi palabra de que tendré ese heroísmo.... Entonces todo saldrá á pedir de boca. Usted exagera su rencor. La edad ha amortiguado los fuegos de su cólera ... Se ha calmado mucho.
Pero como todo el amor que en él había era de doña Guiomar, y este amor, al ser combatido tan duramente y tan sin remedio por la desatentada conducta suya para con Margarita, hubiese llegado a la pasión que en nada se para, que a todo se arroja, cuando se hubo calmado aquel primer espanto y sorpresa, y el anonadamiento y vergüenza que le habían cogido, Cervantes se determinó a manifestar lo que en él pasaba a doña Guiomar, y viéndola toda entregada a aquel amor tan grande, que parecía no consentir igual sobre la tierra, prevalerse de él imaginó y lanzarla en el desvarío de la pasión, haciéndola olvidarse de toda virtud, de todo deber, de todo decoro, y compelerla a que con él se casase y a Margarita satisfaciese con dinero; y si esto no bastase, fuese lo que Dios quisiese de ella.
Calmado algun tanto el alboroto, se retiró D. Pedro á la ALJAFERIA. Nuestros historiadores hablan de otra escena lamentable ocurrida en 1429, en el reinado de D. Alonso el Magnánimo, que fue la muerte del arzobispo de Zaragoza D. Fr. Alonso de Argüello.
Mas habiéndose calmado el viento poco después de mediodía, el buque almirante hizo señales de que se formasen las: vanguardia, centro, retaguardia y los dos cuerpos que componían la reserva.
¡Descalzas! ¿y mi mujer va a ir descalza? ¡Ira de Dios! ¡eso sí que no!... ¡Pardiez! Gran trabajo costó contener la indignación colérica de don Víctor. El cual, más calmado, se volvió a casa, y entre tener otra explicación con su señora o encerrarse en un significativo silencio, prefirió encerrarse en el silencio... y en el despacho. «A sí mismo no se podía engañar.
Palabra del Dia
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